Viaje a la semilla: 100 años de Orson
Incapaz de prostituir su arte, financió sus producciones actuando al lado de las leyendas del celuloide.
A Mario Helguera Bolio
Un adolescente sale del Olimpo anonadado. Acaba de quedarse sin palabras después de ver la llamada mejor película de la historia: Ciudadano Kane. Dirige sus pasos a la Sorbetería Colón, ordena una champola de mantecado mientras mira el reloj del Palacio Municipal, absorto en sus pensamientos, tratando de digerir lo recién visto. Nada volverá a ser igual.
Un adulto toma notas en la Cineteca Nacional. Ha visto por enésima vez Ciudadano Kane, esta vez en una proyección comentada. Han pasado los años y aún no termina de comprender a cabalidad la obra. El Dr. Lauro Zavala expone 17 tipos de análisis con los cuales puede estudiarse la película, ayudando a dilucidar un filme que tiene tantas lecturas como opiniones. Sale más fascinado que nunca.
Orson Welles nace el 6 de mayo de 1915 en Kenosha, Wisconsin. Uno de los grandes polímatas del siglo XX ha visto la luz de una linterna mágica. Actor, director, escritor, guionista y productor de cine, nunca terminará un proyecto sin haber empezado otro. De mente inquieta y con personalidad irreductible, nunca habrá de alinearse con las convenciones y exigencias de su tiempo.
Un joven alto, de voz grave, sale del cine. Acaban de pasar “La diligencia”, de John Ford, una película que habrá de ver más de 40 veces a la par de analizar obsesivamente el montaje de Eisenstein, la puesta en escena y la iluminación de los expresionistas alemanes, fraguando en su mente la que será su primera película. “Mi gran aportación a Ciudadano Kane fue la ignorancia; no sabía que hubiera cosas que no se podían hacer”, dice en una entrevista.
Difícil de creer en un hombre que hizo todo en el cine, en el teatro, en la vida.
Welles era un atrevido, nunca le temió a nada. Incapaz de prostituir su arte, financió sus producciones actuando al lado de las leyendas del celuloide. El mismo una de ellas, no tuvo empacho en caminar de la mano con Dolores del Río, su pareja de 4 años y el gran amor de su vida. Luego tuvo el descaro de casarse con una diosa llamada Rita Hayworth. No es casualidad que este gigante cultivara la amistad de toreros, cazadores y aventureros, como Luis Miguel Dominguín y un tal Hemingway, los hombres más cabales de su tiempo.
El plano secuencia de su vida dio el claquetazo final en 1985. Con perpetuos problemas financieros, dejó varias producciones inconclusas que hoy se atesoran más que nunca. Pongo punto final a estas líneas y enciendo un habano a la memoria del enorme Orson; entonces exhalo humo susurrando esa enigmática palabra, la clave del viaje a la semilla: Rosebud…