Vicente Leñero, In memoriam

Vicente Leñero fue un auténtico maestro en todos los géneros de la escritura.

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Resultó paradójico enterarme de la muerte del periodista, escritor y dramaturgo Vicente Leñero estando en su natal Guadalajara, lugar donde nació el 9 de junio de1933. La noticia de su muerte recorrió como un rumor los pasillos de la Feria Internacional del Libro apenas hace unos días. De Leñero sólo he leído tres libros, mucho menos que otros de mis autores predilectos, pero su impacto e influencia fueron  más que suficientes para decidirme a escribir estas líneas, ya que su lectura fue fundamental en mi formación por varias razones:

Manual de Periodismo (1986).- Mientras estudiaba la licenciatura en comunicación, ya con la certeza de que quería dedicarme al heroico oficio de reportero, me fue indispensable al momento de aprender las normas de estilo y las características de los diversos géneros que, a la par de las clases de mi maestro Joaquín Tamayo, poco a poco dieron forma a mi prosa en ciernes.

Aunque algunos de sus postulados han sido francamente superados hoy  día –pues, como es natural, el periodismo está en constante evolución-, sus preceptos y ejemplos siguen vigentes, como lo demuestran sus varias reediciones y el hecho de que todavía sea material de lectura obligado en las escuelas de comunicación y periodismo. Tanto Tamayo como Leñero me enseñaron que el periodismo no está reñido con la creación literaria, y que el mejor reportero no es otro que un escritor bajo presión, un velocista de la palabra.

Los periodistas (1978).- Esta novela de Leñero avala lo dicho anteriormente, pues es un libro de no ficción, donde la narrativa, el teatro y el periodismo se funden para contar la historia del golpe asestado en 1976 al periódico Excélsior por parte del gobierno del siempre infame Luis Echeverría, vicisitudes que Leñero vivió de la mano de Julio Scherer. A la postre ambos fueron fundadores de Proceso, lo cual también es narrado en esta emocionante novela, mezcla de thriller político y documental.

Los albañiles (1963).- Ganadora del premio Biblioteca Breve Seix Barral, esta novela -que también fue montada en teatro- narra en un estilo negro los primeros años de esa turbulenta década, donde uno alcanza a vislumbrar la herida que más tarde supuró en el 68. Con un estilo diáfano y sin ornamentos, es una crónica de la ciudad de México y de sus habitantes más vulnerables, radiografía de toda una época que no dista mucho de ser una fotografía tomada hace un instante.

Con lo anterior, rindo pleitesía a un auténtico maestro en todos los géneros de la escritura, y por qué no, maestro de todos los que lo leímos y estamos por leer, pues no hay mejor homenaje que leerlo y releerlo, pues sólo a través de las letras uno puede vivir eternamente.

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