La Virgen, el niño y el Kinich Kakmó

Hace mucho tiempo, a un niño, quien aún no llegaba a los diez años de edad, lo mandaron a comprar tres centavos de manteca y tuvo un encuentro con la Vírgen.

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El profesor Víctor Rosado Aranda escribió un relato muy conocido en Izamal. Hace mucho tiempo, a un niño, quien aún no llegaba a los diez años de edad, lo mandaron a comprar tres centavos de manteca. Llevaba una taza para traer el encargo. 

Al pasar por el Kinich Kakmó, vio el túnel que está en el lado noroeste de la estructura y decidió entrar. Dejó su taza al inicio del subterráneo y se introdujo. Caminó durante mucho tiempo sin sentir cansancio, hambre o sed. Llegó a una espaciosa cámara en donde vio a la Virgen de la Concepción resguardada por dos enormes serpientes.

El niño se arrodilló ante la Virgen y le pidió que regresara a su altar. Se negó y agregó que estaba refugiada en esa cueva para huir de la maldad humana. El pequeño siguió tratando de convencerla pero no pudo. Emprendió el retorno por el mismo túnel.

Al salir, tomó su taza y fue por la manteca. Cuando llegó a la tienda, el dueño le informó que sus padres ya habían notificado a las autoridades desde hacía una semana por su desaparición.

Después lo llevó a casa de sus progenitores y el niño les contó todo. Luego lo presentaron al sacerdote, quien escuchó el relato y le dio la comunión. El chiquillo falleció pocas horas después.

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