Vivir y escribir
Nacida en la década de los años treinta, Rosa Regàs comenzó a escribir en los años ochenta, y desde entonces continúa haciéndolo.
Diario de una abuela de verano (2004) es uno de los textos de Rosa Regàs, española que escribe
cuento, relato, novela, libros de viaje, y artículos periodísticos; quien es también traductora y editora.
La obra a la que hago referencia al inicio de estas líneas fue escrita durante los años de 1990 y 2003; texto al que su autora se refiere como notas de un diario con las que recupera sus vacaciones de abuela, vividas verano a verano, rodeada de sus nietos. En las primeras páginas del libro la autora nos relata que en esa época viajaba sin descanso, y se le ocurrió el recibir en su casa, durante el mes de julio, a sus nietos, concibiendo este hecho como “un regalo que no ocupa lugar y que da sentido…durante todo el año”.
A lo largo del libro la escritora nos describe la casa y los alrededores, nos lleva a conocer la flora y la fauna que les rodea, nos presenta a cada una de las personas que le ayudan con la organización doméstica, nos reúne junto a los amigos que llegan de visita, nos habla de sus hijos, nos hace querer a sus catorce nietos, a la vez que comparte con nosotros su reflexiones de mujer madura.
Rosa también nos habla de su quehacer como narradora, y nos dice: “Entiendo la escritura, la ficción, como la fabulación de la realidad que nos habita…la capacidad de trascender la realidad con…la imaginación y la fantasía”.
Nacida en la década de los años treinta, comenzó a escribir en los años ochenta, y desde entonces continúa haciéndolo. Es quizá por estos inicios “tardíos” de su escritura que el tiempo es una de las constantes en su obra literaria, a través de la cual reflexiona acerca de la memoria que de él hacemos, la existencia que en él desarrollamos, los deseos que a él confiamos.
La autora, convencida de que el único tiempo verdaderamente importante es siempre el momento presente, entremezcla en las páginas del diario la voz de Horacio en una de sus Odas: “Sé sensato: saborea la vida”.