¿Voto obligatorio?

Por fin el proceso electoral llego a su fin, hablando de campañas, mítines, recorridos y promesas que ojalá cumplan los triunfadores...

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Por fin el proceso electoral llego a su fin, hablando de campañas, mítines, recorridos y promesas que ojalá cumplan los triunfadores. 

Muchos descansaremos mental y visualmente de la propaganda electoral que no surtió el papel esperado, ya que de nueva cuenta el fantasma del abstencionismo fue el gran vencedor, que en esta ocasión a diferencia de los otros procesos, apareció de manera apabullante demostrando con ello que la ciudadanía está fastidiada, cansada, decepcionada de que no se le cumpla. 

Y es que hasta dentro de las salas de cine se veían los promocionales de los candidatos pensando con ello los operadores de campaña que atraerían a más votantes; lo cierto es que fue todo lo contrario, la gente no salió a votar y la culpa es de todos, tanto la ciudadanía que tiene la obligación de designar a sus autoridades, como también los partidos políticos y organismos electorales que deberán de reestructurar sus campañas de promoción del voto y acercamiento ciudadano para lograr cuando menos ir bajando los alarmantes índices del abstencionismo. 

Hay que reconocer que la parte que le co-rrespondía al Instituto Electoral de Quintana Roo fue aplicada a la perfección, con visitas domiciliarias, recorridos en comunidades, spots, concursos y talleres, entre otros métodos que fueron llevados por los consejeros encabezados por Jorge Manríquez Centeno. Sin embargo, en una elección el trabajo es de todos, desde los partidos políticos, candidatos y ciudadanos, que somos la pieza más importante. 

El listado nominal para esta elección era de 974 mil ciudadanos que podían ejercer el derecho cívico de sufragar, pero solo alrededor de 420 mil lo hicieron, ¿qué nos dice esto?, sencillo no hay interés ciudadano en participar en sus elecciones, les da igual quien llega al poder y muestra de eso es la irresponsabilidad de los funcionarios de casillas, ya que a muchos de ellos les valió un pepino no presentarse porque no había un sueldo y siendo domingo peor aún, es cuando decimos “este día no doy golpe”. 

A diferencia de otros procesos, ahora la afluencia de votantes fue muy poca; lejos quedaron los tiempos en donde la gente salía a sufragar contenta con la firme convicción de elegir a sus autoridades y se podía observar las grandes filas en las casillas. En esta ocasión las casillas se notaron vacías en su gran mayoría. 

Los motivos varios, algunos inclusive inducidos, pues a decir de varias personas se dio la aparente compra de credenciales, otros han indicado que ni uno de los candidatos es de su preferencia, debido a que no los dejaron satisfechos con sus propuestas. La mayor parte del abstencionismo se debe a la apatía e indiferencia ciudadana, y no tanto por las fallas del sistema electoral. 

Al final, la apatía es el resultado de una compleja serie de factores, que van desde la percepción del desempeño de los partidos políticos hasta las irregularidades del sistema electoral, pero que en cualquier caso repercute y se expresa en la indiferencia ciudadana. Los niveles de abstención varían de país a país, pero desciende notablemente en aquellos países que establecen el llamado voto obligatorio, lo cual no sería una idea descabellada en nuestro país.

Todo vuelve a la normalidad

Después de cumplir con la veda electoral o cuando menos aparentar eso, las cosas están volviendo a la normalidad, los programas y acciones de los tres niveles de gobierno arrancaron actividades desde el pasado lunes; por ejemplo, las famosas Brigadas del Bienestar iniciaron muy temprano actividades, punto clave tal vez para que el PRI saliera victorioso en todos los ayuntamientos y prácticamente distritos, salvo uno. Los programas federales también fueron reactivados, Oportunidades, Procampo, Fovissste, Progan, activos productivos, becas entre muchos más han roto las cadenas de la veda para ahora si atender a la población; ahorita ya no existen pretextos para no cumplir.

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