Una de las tonterías que usaron panistas y perredistas contra Enrique Peña Nieto en sus campañas electorales por la Presidencia fue que se arreglaría con los narcotraficantes.

Era insensato, sin embargo, imaginar con cuál de las distintas bandas criminales y con quiénes pudiera nadie “negociar” algo, entre otras razones porque, con excepción de Joaquín El Chapo Guzmán (a la muerte de Osama Bin Laden el más buscado en el mundo) o, en mucho menor proporción, de Servando La Tuta Gómez, los otros grandes capos están muertos o en la cárcel (y a éstos, en el ocaso del calderonato, se sumó uno de los ya escasos eventuales interlocutores: Heriberto Lazcano, El Lazca).

Como le dijo ayer a León Krauze el presidente de Estados Unidos, hubo quienes dudaban si Peña Nieto iba a combatir la delincuencia organizada. Con la detención del Z40 se evidencia que sí: que va en serio.

Pero, como suele suceder con los vividores del cuento, no faltarán quienes reciclen y propalen la patraña de que las fuerzas federales van contra unos para proteger a otros…