La Asamblea de la OEA, que comienza hoy en Guatemala, pondrá el enfoque en las políticas sobre control de drogas en el continente. A propósito de la Asamblea, Human Rights Watch (HRW) colocó ayer un notable texto sobre la despenalización del consumo personal. Son ya demasiadas voces, demasiadas reflexiones bien elaboradas y planteadas, como para seguir frivolizando el tema.

A partir de las experiencias en México, Colombia, Brasil y Estados Unidos, HRW afirma que la llamada guerra contra las drogas ha tenido “efectos nefastos en las Américas, que van de matanzas perpetradas por despiadadas organizaciones de narcotráfico a los abusos aberrantes cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad que las combaten”.

Y esboza cuatro categorías que podrían precipitar un gran cambio intelectual, cultural y político ante la pesadilla de las drogas. 1. El derecho a la privacidad (el Estado no puede cercenarlo en el consumo personal de drogas). 2. Los criterios de necesidad y proporcionalidad (criminalizar el consumo para evitar que las personas se provoquen un daño a sí mismas no los cumple). 3) No debe castigarse a las personas cuya salud se pretende proteger. 4) No debe castigarse el consumo, sino la conducta contra terceros realizada bajo la influencia de cualquier droga (asesinato, abuso, etcétera).

Concluye HRW con este mensaje para la Asamblea de la OEA: “Las convenciones internacionales deben ser interpretadas y, cuando sea necesario, reformadas. Resulta crucial que no se limite la posibilidad de los gobiernos de explorar nuevas estrategias”.

Totalmente de acuerdo. The Times They Are a-Changin’.