Zoológico del terror

El zoológico “Payo Obispo” de Chetumal, aquel centro recreativo y de reunión familiar por excelencia de esta capital...

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El zoológico “Payo Obispo” de Chetumal, aquel centro recreativo y de reunión familiar por excelencia de esta capital, es hoy un fantasma de lo que fue y de lo que pudo ser tras su costosa remodelación, pues el deplorable abandono en el que se encuentra debido al desinterés de las autoridades municipales previas y actuales lo han convertido en un escenario desolado y deprimente, idóneo para la filmación de una película de terror.

Basta un simple recorrido para constatar los innumerables problemas que presenta el zoológico chetumaleño, poco atractivo y hasta riesgoso para los contados visitantes que se atreven a visitarlo.

Apenas entrando se encuentra la primera muestra de lo que te espera en el interior: las costosas ruinas del Centro de Educación Climática, otro proyecto millonario que se fue a la basura y que hoy sirve como entrada al zoológico, dan una bienvenida nada confortable con un paisaje compuesto por paredes sucias y mohosas, fierros oxidados y olores extraños provenientes de las húmedas profundidades de ese elefante blanco capitalino.

El gobierno de Luis Torres Llanes intentó ocultar las vergüenzas del lugar pintando con alegres colores el exterior del edificio, pero por dentro es de espanto. La cereza del pastel es un costoso equipo industrial de aire acondicionado que quizá nunca fue utilizado y que ahora se pudre en la zona baja del edificio, mientras sirve de refugio a fauna nociva.

En las entrañas del zoológico, lo que antes fue una laguna artificial que daba vida al lugar, es hoy una ciénaga nauseabunda; los postes y algunas secciones olvidadas de un puente colgante, permanecen como un recordatorio de la nula voluntad política por mantener un lugar digno, a la altura de una capital.

El trenecito, máximo atractivo del zoológico y por el que el Ayuntamiento pagó más de tres millones de pesos en un arriendamiento que se heredó a la actual administración, nunca funciona.

Hasta el momento, el alcalde Luis Torres Llanes no ha dado indicios de que el zoológico sea un tema prioritario para su administración. Incluso, marcó el camino para dar continuidad a la política de abandono de este espacio al ratificar al director del zoológico, Roger Braga.

En una capital que pide a gritos más espacios dignos para las familias y visitantes, no se vale que se deje al garete un zoológico que forma parte de nuestra identidad. Es una tarea urgente para la administración de Luis Torres, y mal haría si desatiende este reclamo popular.

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