A sus 10 años vive historia de sacrificios y esfuerzos

Daniel camina 40 minutos para llegar a su escuela; sueña con ser enfermero.

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Daniel camina 40 minutos, de su casa hasta la escuela, que se encuentra en la zona irregular, Tres Reyes. (Sergio Orozco/SIPSE)
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Joshimar Mendoza/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- El astro rey aún no se asoma sobre el cielo azul de la ciudad de Cancún, y don Raúl, de 72 años de edad, ya está despierto, vestido con una camisa blanca sin abotonar y pantalón azul marino, nos abre la puerta de su hogar. Se dirige al cuarto de su nieto Daniel, quien descansa despreocupadamente en su cama, perdido en sus sueños más profundos.

- "¡Vamos Daniel!, ¡despierta!". Repite en tres ocasiones don Raúl.

Un día en la vida de Daniel

El pequeño Daniel, ­­de 10 años, acepta a regañadientes las palabras de su abuelo, único familiar con el que vive, y se dispone a calentar su agua, más por instinto que por voluntad propia. Mientras el fuego hace su trabajo, Daniel juega con su mascota -un perro sin nombre que llegó para quedarse hace algunos veranos- bajo el techo de su casa, construida con láminas, madera y cartón, a dos metros de la autopista Cancún – Mérida.

-"Es muy travieso y a veces no obedece, pero no sé que haría sin él"- comenta don Raúl quien desde hace 28 años perdió el sentido de la vista. Daniel deja de jugar con su fiel compañero y se coloca a un costado de su abuelo, cambiando las facciones de su infantil rostro, conforme va relatando brevemente su pasado.

Antes que las lágrimas brotaran de los ojos del pequeño “Daniel”, don Raúl le recuerda a su nieto que debe apurarse. El travieso “Dany” apura sus acciones, cómo quien trata de alcanzar el transporte que se la ha ido. Se baña a jicarazos en minutos y sale corriendo a su cuarto, visible a la vista de todos al no contar con un muro o puerta que lo cubra. Se viste con el uniforme escolar y se pone el único calzado que tiene desde hace más de un año..

"...no sé que haría sin él"

Se termina de arreglar frente al espejo, guarda sus útiles escolares y se dirige a preparar el desayuno. Con cierta torpeza, cocina unos huevos, parte el bolillo y deja listas las tortas. Desayunan en silencio mientras su mascota mueve la cola, en clara señal de querer comer junto a sus dueños.

-"Mi esposa tiene 68 años y trabaja en Bonfil vendiendo carnitas junto con mi sobrino. Viene los domingos a visitarnos y dejarnos un poco de dinero para la semana y se vuelve a ir al otro día", comenta don Raúl.

Con la bendición del hombre al que también llama “papá”, sale de su casa 40 minutos antes de la hora de la entrada, para llegar puntual a la primaria “Lauro Aguirre Espinoza”, en la colonia Tres Reyes -una de las 20 escuelas que se encuentran en zonas irregulares- no sin antes sortear diversos obstáculos en su camino.

-"No tengo papá, nos abandonó cuando yo estaba muy chiquito" –comenta Daniel- "y mi mamá me dejó hace muchos años con mi abuelo porque mi padrastro no me quiere, me pegaba".

Largo camino a la escuela

Dany camina al pie de la autopista volteando a ambos lados antes de cruzar la carretera –una vez un coche chocó por evitar atropellar a una persona, por eso me espero a que no pasen coches- comenta el estudiante de quinto grado. Una vez del otro lado, Dany camina aproximadamente 100 metros a orilla de carretera, hasta llegar al inicio de una calle de terracería. Emprende su recorrido por la vereda, mientras los primeros rayos del sol comienzan a iluminar cada rincón de la ciudad. 

- "De grande quiero ser enfermero de un hospital, para ayudar a los pacientes a curarse, sobre todo, a gente como mis abuelitos" –dice entusiasmado por la idea mientras esquiva uno de los muchos charcos que se encuentra en su camino-.

Dany aprieta el paso para llegar a tiempo a la escuela, ya que si se presenta tarde, lo regresan a su casa. El profesor que le impartió el cuarto año de primaria, cuenta las constantes faltas de Dany a sus clases en el ciclo pasado.

- "Nos tardamos todo un día en ir y venir del doctor, caminamos mucho para tomar el camión, y como mi abuelito no puede ver, pues debemos ir despacio. Termino muy cansado y al otro día no voy a la escuela porque me duelen mucho mis pies" -.

Daniel relata que en sus tantas caminatas por el camino de terracería, le han picado dos alacranes, además de observar infinidad de serpientes, y hasta ver una pantera cruzar por la selva. Una de las enfermedades que más recuerda Dany es el dengue, por la cual faltó más de una semana a sus estudios.

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