El año pasado, en plena pandemia, 14 nuevos asentamientos irregulares surgieron en Quintana Roo, dando cabida a más de 6 mil personas.

La mayoría de estos “invasores”, según la autoridad, eran personas con menos de tres años viviendo en el estado, procedentes de las zonas más pobres de Tabasco, Chiapas y Yucatán.

De acuerdo con información de la Secretaría de Desarrollo Territorial Urbano Sustentable (Sedetus), estas nuevas “colonias” se establecieron en la periferia de las ciudades de Cancún, Playa del Carmen, Bacalar, Chetumal y Mahahual, en zonas ejidales o en terrenos baldíos, donde no existe ningún servicio público, como agua potable, electricidad, pavimentación o drenaje.

La información, entregada vía solicitud de transparencia, revela que 2020 fue uno de los tres años de la pasada década donde más invasiones se registraron, sólo superado por el 2010, cuando se reportó un “boom” de estos asentamientos en Playa del Carmen y Cancún, alcanzando los 19; y en 2014, año en que fueron 12.

La mayoría de estas acciones fueron orquestadas por grupos afines a los “antorchistas”, con promesas a los invasores de que una vez adueñados de sus respectivos lotes, ninguna autoridad podrá moverlos.

Sin embargo, la propia Sedetus declaró que esta situación provoca un crecimiento desordenado de las ciudades, además de agudizar problemas sociales como pobreza y delincuencia.

Pero además, destaca que estas colonias irregulares provocan un daño, en ocasiones irreversible, al medio ambiente, ya que al carecer de un sistema de drenaje, contaminan los mantos freáticos sobre los cuales están asentadas.

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