Joel Zamora/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Un interno del Cereso de Chetumal denunció agresiones y lo que resulte, en contra de cuatro reclusos que presuntamente “gobiernan” dos áreas de la penitenciaria bajo el consentimiento de custodios.

La denuncia se interpuso ante la Fiscalía General del Estado (FGE) y quedó asentada en la Carpeta de Investigación FGE/QR/OPB/12/6688/2017, iniciado por la Unidad de Atención Temprana.

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De acuerdo con el relato de hechos el 3 diciembre, por la noche, varios reclusos lo golpearon salvajemente en diferentes partes del cuerpo, principalmente en la cabeza y el rostro, supuestamente, orquestado los líderes de las áreas conocidas como ‘Almoloya’ y ‘El Cubo’ de la cárcel.

Tras la golpiza, quedó inconsciente en su celda, hasta que un grupo de “compañeros internos” lo sacó y llevó a la enfermería y posteriormente fue llevado al Hospital General de Chetumal, para determinar la gravedad de las lesiones.

En la misma declaración, la víctima, dejó como antecedente que todos sus problemas iniciaron cuando se negó a seguir pagando las “cuotas” que le exigían los líderes de ambas áreas, mismas que comprobó con fichas de depósitos que hicieron sus familiares, algunas desde Arlington, en el Estado de Texas, Estados Unidos.

De acuerdo con la declaración de la víctima, en el mes de Octubre del año 2016 fue concentrado en el área denominada “Almoloya”, operada por un interno al que solo se le conoce como William, o “El Negro”, quien empezó a exigirle dinero para evitar molestias.

“Al principio le dije que no tenía dinero y no pague; sin embargo, empecé a ser golpeado constantemente, recibía órdenes para lavar platos y limpiar el área, por eso solicite ayuda a mi familia para que realicen algunos pagos y solicité mi cambio de área”.

El 18 de junio de este año, la dirección del Centro de Reinserción Social (Cereso) lo cambió al área denominada “El Cubo”, presuntamente ‘gobernada’ por un interno llamado Walter V., apodado “El Lic”.

Está área conecta con la anterior, pero ambas se encuentran separadas del resto de la población, porque concentran a los internos que son conflictivos.

“Me cambiaron pero seguía pagando, ahora al otro líder. A finales del mes de noviembre se negó a seguir pagando para evitar los golpes, además su familia ya estaba al tanto de lo que ocurría”, cita en su declaración la víctima.