UNAM revela que la rabia no solo se transmite por la mordedura canina
De acuerdo con la OMS, anualmente, se registran 60 mil muertes a causa de la rabia.
En el marco del Día Mundial contra la Rabia -conmemorado hoy 28 de septiembre- experto de la UNAM destaca los logros obtenidos en México, ya que desde el 2019 se erradicó la enfermedad. Sin embargo, también visibiliza los retos por afrontar, ya que aún representa una lucha mundial. De acuerdo con la OMS, anualmente, se registran 60 mil muertes por esta causa.
"México es un ejemplo mundial de prevención contra la rabia humana transmitida por perros", destaca un comunicado de DGCS UNAM.
Jorge Francisco Monroy López, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ), destacó que desde el 2006 -hace 15 años- nuestro país no notifica casos de enfermedad por mordedura de perro, por lo que considera importante continuar con la vacunación y cuidado responsable de esta especie.
En Latinoamérica -además- son vacunados cerca de 100 millones de perros al año, especificó el especialista. Según datos proporcionados por la OMS, este grupo de regiones logró reducir la incidencia de la rabia humana transmitida por canes en cerca de 98%.
Sin embargo, el epidemiólogo de la UNAM reveló que no sólo los perros pueden transmitir la rabia. En cambio, otras especies como los murciélagos, zorros y zorrillos han propagado la rabia. Pese a que dichos contagios han sido infrecuentes, con uno o dos casos al año, deben ser monitoreados para evitar problemas de mayor envergadura.
El investigador advirtió que no debemos bajar la guardia, pues ya que por cada perro infectado se pueden contagiar de 10 a 15 más.
En este contexto, Monroy López señaló que, contemporáneamente, persisten mitos en torno a esta enfermedad viral:
"Como el refrán de que ‘muerto el perro se acabó la rabia’, pues no es así, porque se trata de una enfermedad transmisible y si un animal contagiado estuvo en contacto con otros, podría permanecer el virus", advirtió.
"La creencia de que los perros pasivos o tranquilos no podrían estar infectados, sólo aquellos activos e incluso agresivos, eso también es un mito", puntualizó el maestro en ciencias veterinarias.
¿Qué hacer en caso de enfrentarse a la mordedura de un can?
Francisco Monroy, en un comunicado de la UNAM, señaló que tras la mordedura de un perro, la persona afectada debe actuar con inmediatez: lavar con agua a chorro y jabón en el área afectada. El lavado oportuno -aseguró- puede reducir en un 99% el riesgo de enfermar, de ahí la importancia de actuar velozmente.
La o el doliente tendrá que acudir -además- a evaluación médica, en la que una o un experto diagnostique si requiere aplicar un tratamiento profiláctico o vacunación por exposición, lo que implicaría de tres a cinco dosis para evitar algún efecto secundario, provocado por la mordedura.
"En los años 80 me tuvieron que aplicar las 14 dosis de la antigua vacuna, que era terriblemente dolorosa porque venía diluida en formol, que se ponía de forma subcutánea, normalmente en el vientre, cuando llevaba siete no me podía ni cerrar el cinturón. Y dije: ‘probemos en la espalda, y ahí la sensibilidad y el dolor fue menor’", recordó el experto.
Por ello tachó de "sorprendente" el desarrollo de sueros inmunes y vacunas antirrábicas, que además de seguras ya no producen las molestias que otrora, pues ahora son diluidas en agua destilada, lo que minimiza el dolor.
Monroy López agregó que el perro también debe ser puesto en observación, al menos en los próximos 10 días, para reconocer si el canino ha desarrollado rabia.
"Si transcurren cinco días y no ha desarrollado la enfermedad será buena noticia, pero se da un margen de cinco días más por seguridad", especificó y pormenorizó que el animal no debe de ser remitido a ningún centro de control.
Finalmente, el integrante del FMVZ expuso que algunos de los signos de alerta, que sugieren que el perro ha enfermado, son: dilatación de las pupilas; hiperacusia (sensibilidad a los sonidos); la hiperestesia, es decir, la incomodidad a cualquier tipo de contacto; así como la fotofobia, que hace que los cuadrúpedos huyan de la luz y busquen un lugar oscuro.
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