"Lo mío lo mío, es la música"

Cantorías ha abierto su convocatoria para integrar dos coros: uno infantil y otro juvenil.

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Noé Garrido, fundador del Coro de la Ciudad. (Facebook)
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Alejandra Flores/ SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Fundador del Coro de la Ciudad, y hoy actual director Cantorías, un proyecto que aglutina sus esfuerzos para públicos diversos, Noé Garrido nació en Mérida en 1973, “sólo que radico en Cancún desde 1975 cuando mi padre viene a trabajar al Hotel Plaza Caribe del que fue parte durante 30 años: Don Guillermo Garrido”.

¿Y al canto? ¿Cómo llegas?
“Pocos creerán que mi primer contacto fue con el folclor, fui integrante del Ballet Folclórico de mi escuela y con él ganamos un concurso estatal que nos llevó a la zona maya, así conocí en 1987 lugares como Tihosuco. Fue una etapa de mucho aprendizaje, de conocer a los amigos que mantengo hasta el día de hoy. Mi primera maestra Victoria Balmes Pacheco, de Calkini Campeche, tenía la Academia de Música Santa Cecilia y ella fue mi maestra de piano desde los 9 años en ese tiempo también entré a la compañía de teatro de Pilar Jufresa, ahí estuve un par de años haciendo teatro infantil con la obra 'Estamos aquí', que hablaba de la Guerra de Castas y también hicimos presentaciones en la zona maya. Desde niño he estado expuesto a las artes haciendo música, teatro, danza, creo que lo único que sí no se me da, es el dibujo y la pintura, con todo y que mi padre es dibujante y un gran caricaturista. Lo mío lo mío, es la música".

¿En qué momento lo descubres? ¿Cuándo te dices, quiero dedicar mi vida a la música?
“Hay momentos cruciales. En mi vida hay tres muy claros. Uno de ellos sucedió en mi pequeña infancia, tenía seis años y a mi madre le invitaron a dirigir un coro en Mérida, y ella aceptó porque sabe de música, estudió desde pequeña guitarra y piano, además de que cantaba en coros. Me llevó con ella a cada ensayo y yo me quedaba dormido debajo de una banca. Ahora sé que los niños aprenden durmiendo porque luego yo ya me sabía todas las voces y tarareaba por la casa todo el día. Como a mi mamá le gustaba la música clásica la ponía y yo no sabía ni cómo se llamaba pero las reconocía”.

¿Cambió tu vida el canto coral?
Totalmente. Considero una gran bendición la existencia de Jorge Medina, quien instituyó la primera escuela de música coral en el sureste mexicano en septiembre de 1990 un proyecto que sólo duró 5 años, de 1990 a 1995 porque con el cambio de gobierno el proyecto desapareció y ninguno de nosotros se pudo titular. Otro ejemplo de falta de visión gubernamental. Tuve que terminar mis estudios en Utah, Estados Unidos. Ahí se consolidó mi amor infinito a la música coral, estudiando con gente que es referencia obligada en el habla inglesa. Mi formación en los Estados Unidos me abrió el panorama del arte coral, viví experiencias que no podría haber vivido en México”.

¿Por qué regresaste a México? ¿Por qué a Cancún?
“Porque me pico él bicho que le da a casi todos los mexicanos que hemos vivido experiencias  significativas fuera de nuestro país. Allá uno se pregunta ¿por qué no puedo hacer esto en mi país? Y uno entiende que no es falta de talentos sino de oportunidades. Me cayó el veinte de que tenía que hacer algo importante en la ciudad que me vio crecer, que tenía que crear oportunidades donde no las hay.  En México estamos muy incipientes en la formación coral, mientras en Estados Unidos hay 28 millones de personas relacionadas con el canto coral, en Cancún con un millón de habitantes, hay menos de 500 personas involucradas con la música coral. Hay 350 mil jóvenes ente los 6 y los 17 años viviendo en Cancún, es un universo enorme y para él es que tenemos que trabajar”.

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Durante los últimos 15 años ha hecho mancuerna con diversas personalidades de la música y creado proyectos de largo aliento. Ha sabido reunir talentos y hecho de la suya una empresa cultural que hoy encuentra cobijo en el Patronato para la Cultura y las Artes de Cancún, con quienes ha fundado el proyecto Cantorías, donde se consolida el Coro de la Ciudad y se da forma a un Coro Juvenil, y al Coro Infantil Manos Blancas, que incluye la participación de niños con debilidad auditiva, amén de la formación de “cuatro alumnos que comenzaré a formar como directores de coros para seguir creciendo este proyecto”.

Cantorías, explica Noé Garrido, “es una plataforma con la que pretendemos profesionalizar la música coral, darle el valor no sólo como entretenimiento o hobbie, sino como un arte de altos vuelos, profesional. Cantorías nace con la necesidad de ofrecer a los jóvenes un espacio donde invertir su tiempo libre en una cavidad sana que los aleje de situaciones de riesgo y nos permita crear nuevos públicos para el arte coral. Queremos brindar oportunidades de desarrollo a los talentos para que tengan oportunidad de ser aceptados en los conservatorios y tengan una formación profesional”.

Actualmente, el proyecto de Cantorías ha abierto su convocatoria para integrar dos coros: uno infantil y otro juvenil.
“Yo quiero decirles a los niños y a los jóvenes: tu voz es importante, todos tenemos una voz y todas las voces son útiles, incluso las que no producen sonido porque se convierten en lenguaje de señas. Y es que la música hecha por los niños y niñas de “Manos Blancas”, te entra por los ojos y llega al corazón”, concluyó Noé Garrido.

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