Coronavirus: La triste realidad de las empleadas domésticas

Millones de empleadas domésticas son parte integral de la vida familiar en la región, donde incluso personas de clase media-baja a menudo las contratan.

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El coronavirus dejó sin trabajo a muchas empleadas domésticas en América Latina. (AP Photo/Silvia Izquierdo)
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Ciudad de México.- El coronavirus ha alterado la vida de una gran cantidad de empleadas del servicio doméstico en América Latina, dejándolas sin trabajo o sin beneficios sociales, cuando no atrapadas en las casas de sus patrones por las cuarentenas dispuestas por las autoridades.

Millones de empleadas domésticas son parte integral de la vida familiar, donde incluso personas de clase media-baja a menudo las contratan.

Con frecuencia cuidan a los hijos de sus patrones, dedicándoles más tiempo que a sus propios hijos. Las trabajadoras domésticas a veces viven en cuartos en los techos de las casas de sus patrones o alquilan habitaciones baratas.

Una empleada doméstica de 35 años de la Ciudad de México, madre soltera de dos hijos, trabajó para la misma familia siete años, hasta que en marzo le dijeron que ya no la necesitaban.

"Me pagaron la última semana de trabajo y ahora no tengo recursos para las necesidades más básicas de mis dos hijos pequeños. El salario que percibía solo me alcanzaba para vivir al día".

Ahora se siente atrapada. No puede salir a buscar trabajo porque ello implica exponerse al contagio, suyo y de su familia. Y dado que no tenía un contrato de trabajo, seguro médico ni historia de empleo formal, no puede recibir asistencia del gobierno.

"En México, y en todo el mundo, no hay una sola pandemia, hay dos: el COVID-19 y la desigualdad. Esa desigualdad que hoy me tiene más aislada que nunca", expresó la empleada doméstica, quien habló a condición de no ser identificada por temor a que no le den referencias.

En México, las empleadas que todavía tienen trabajo a menudo deben permanecer en las casas de sus patrones y tienen una carga más pesada ahora que todos los miembros de las familias están en la vivienda.

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Algunos patrones les prohíben salir a la calle por ninguna razón, ni siquiera para visitar a sus hijos en sus días francos o para ver a un médico, por temor a que contraigan el virus.

"Hoy me sentí muy mal y pedí permiso para ir al hospital", relató una empleada que no quiso dar su nombre por temor a represalias. "Mi patrón me dijo que no podía salir. Pero ellos sí tienen visitas".

María Isidra Llanos, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar, se quejó de que algunos patrones les piden a sus empleadas que usen productos de limpieza más fuertes en la esperanza de que maten el virus. El cloro, cuando se mezcla con cualquier otra cosa que no sea agua, puede emitir vapores tóxicos.

"Las están poniendo a mezclar líquidos desconocidos, sustancias que pueden ser muy agresivas. (Las empleadas) Nos dicen 'nada más lo huelo y se me hincha la cara'", relató Llanos.

Llano dijo que muchas afiliadas al sindicato hacen pronósticos agoreros. "Si no se mueren por el virus, se morirán de hambre".

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