Una de las víctimas de los feminicidas era su...¡vecina!
Colocaban los restos de las mujeres en cubetas y en un refrigerador.
Agencia
Ciudad de México.- Dilcya García Espinoza de los Monteros, fiscal central para la Atención de Delitos Vinculados a la Violencia de Género y Feminicidios, señaló que “ambos implicados, en sus respectivas entrevistas formales, hacen referencia de que algunas partes de sus víctimas eran comidas por ellos”.
Respecto de si los niños que estaban con la pareja en la vivienda de Playa de Tijuana número 530, en la Sección Playas de Jardines de Morelos, también lo hacían, la funcionaria solo dijo:
“No lo refieren con precisión, pero pues presumiblemente, ¿no?”.
Juan Carlos y Martha Patricia, quienes están recluidos en el penal de Chiconautla, colocaban los restos de las mujeres mutiladas en cubetas y los órganos en el interior de un refrigerador.
“Dentro de los hallazgos que realizamos se encuentra también material blando, donde muy probablemente también habrá órganos vitales de las víctimas”.
También te puede interesar: Feminicida del Edomex siente placer por matar: fiscal
Sostuvo que hasta el momento todas las evidencias sugieren que estos hechos no forman parte de las actividades de una red de trata de personas y venta de órganos.
“Todas las evidencias que tenemos investigadas desde un principio y hasta el momento no nos ha arrojado tal red; sin embargo, vamos a seguir investigando”, afirmó.
De acuerdo con investigaciones realizadas Milenio, se logró conocer que entre los posibles clientes están personas dedicadas a la santería, los cuales llegan a desembolsar hasta mil 500 pesos por un hueso, según el tipo, ya sea un cráneo, que es el de mayor costo y el de mayor demanda, o un fémur.
Carlos Mata Martínez, abogado penalista, dijo que la venta de huesos humanos es un delito federal con sanciones que van de uno a cinco años de prisión.
“Al que viole un túmulo, un sepulcro, una sepultura o féretro, y al que profane un cadáver o restos humanos con actos de vilipendio, mutilación, brutalidad o necrofilia”, según la ley.
No obstante, aclaró que las penas alcanzan fianza y no son considerados delitos graves. Mencionó que el proceso de los feminicidas va para largo, pues “si es cierto que fueron 20 las víctimas y a todas las descuartizó, cada miembro debe ser sometido a las respectivas pruebas periciales; es decir, estamos hablando de 100 o más pruebas”.
“Hay que traer material genético, ver, solicitar los reactivos correspondientes y hacer empate con familiares de víctimas; son una gran cantidad de pruebas y luego agregar los dictámenes correspondientes”, expuso.
Una de las víctimas era su...¡vecina!
La hija de tres años de una de las víctimas dijo, desde el principio, dónde estaba su mamá:
“Llegando me encuentro a sus dos pequeños, una de tres años y otro de un año comiéndose un pedazo de tamal de dulce; vecinos me preguntan ¿qué pasó?, porque Samanta nunca deja a sus hijos solos, si sale a la tienda se los encarga a ellos; le pregunto a mi pequeña de tres años dónde está su mamá; me señala que arriba, donde están los lavaderos; en la planta baja había una bolsa de ropa sucia; mi hija iba habitualmente a mi casa a lavar su ropa. Le empezamos a marcar a marcar y nada…”
Ese es el relato de Guadalupe Hernández, madre de Arlet Samanta Olguín Hernández, una de las víctimas de la pareja formada por Juan Carlos “N” y Martha Patricia “N”. El relato incluso lo dijo en un mitin político en Ecatepec, durante la campaña del ahora senador Juan Zepeda.
Arleth Samantha, fue una de las víctimas de la pareja feminicida de Ecatepec, era inquilina de la misma vecindad donde vivían los asesinos que han confesado al menos 20 crímenes.
Con 22 años de edad tenía dos hijos, y el día de su desaparición por la mañana había llevado al kinder a Íker, el mayor, y regresó a su vivienda junto con la menor, una pequeña de 3 años de edad.
La dejó ahí y fue al domicilio de Juan Carlos "N" y Patricia "N", pues como lo hacían con otras víctimas, habían ofrecido venderle ropa americana que tenía que ir a seleccionar.