Tras el 'infierno', duermen entre cenizas y autos quemados

El gobierno del Edomex les ofreció trasladarlos a un albergue, pero determinaron quedarse y resguardar sus pocas pertenencias.

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La pipa de gas que explotó el pasado 7 de mayo. (Archivo/Notimex)
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Marco Antonio Coronel/Milenio
MÉXICO, D.F.- Los nueve integrantes de la familia Maldonado Anaya que sobrevivieron a la explosión en San Pedro Xalostoc, Estado de México, duermen entre cenizas y en autos quemados.

La pipa de gas que explotó el pasado 7 de mayo en el kilómetro 14 de la autopista México-Pachuca destruyó más de 30 inmuebles, entre ellos la casa de Juan Maldonado y Clara Anaya, quienes viven a un costado de la autopista desde hace más de 30 años.

“Se quemó todo: los muebles, el perro y toda nuestra ropa. El único espacio que recuperamos fue la cocina, que desde el accidente se convirtió en nuestra sala, comedor y recámara”, dijo Anaya Huerta.

A 14 días del accidente, Clara, su madre y sus cuatro hijos duermen entre las cenizas de una cocina semidestruida. Por falta de espacio, Juan y sus dos cuñados duermen afuera, en autos parcialmente quemados.

Clara, su madre y sus cuatro hijos duermen entre las cenizas de una cocina semidestruida

“Inclinamos los asientos y ponemos almohadas para suavizar el respaldo, sacamos nuestras cobijas y nos acomodamos”, relató Juan Maldonado, quien pernocta dentro de su Tsuru con el toldo incendiado.

Son tres los autos que por las noches se convierten en sus recámaras, dos Tsurus blancos y una camioneta oxidada. Antes de las 9 de la noche, Juan y sus cuñados tapan las ventanas de los vehículos con trapos y ropa quemada.

“A mí no me gusta tapar los vidrios de los carros, pero mis cuñados lo hacen para que la luz del sol no los moleste por la mañana”, confesó Juan, mientras acondicionaba el asiento del copiloto como su cama.

“Pasan los días y se quejan más y más, dicen que ya no aguantan la espalda, que es muy incómodo dormir ahí”, narró Clara, quien duerme en el suelo, sobre una cobija que colocan a un costado de la estufa.

“Es horrible vivir así, todos amanecemos molidos, adoloridos. Verdaderamente es un calvario, es tan duro que no se lo deseo ni a mi peor enemigo”, comentó Maldonado.

El fuego consumió las puertas y ventanas de la cocina donde duermen las mujeres y niños de la familia Maldonado Anaya. Además, el espacio es tan reducido que algunas de sus pertenencias yacen afuera, expuestas al sol, la lluvia y los delincuentes de la zona que merodean la llamada Zona Cero en busca de algunos bienes olvidados en los inmuebles quemados.

“Estamos sumamente expuestos, por eso realizamos rondines nocturnos para cuidar las cosas que tenemos afuera, pero sobre todo a la familia”, mencionó Juan, quien durante la madrugada toma una linterna y vigila que nadie intente atracarlos.

“En los rondines confirmamos que nadie pase por aquí y que ningún delincuente intente entrar a la cocina donde duermen mis hijos. Por ejemplo, ayer vigilando vimos a dos jóvenes drogados que querían tomar algunas pertenencias que dejamos afuera”, recordó.

El momento más complicado para Juan y su esposa Clara es alrededor de las 10 de la noche cuando los tres hombres de la casa preparan sus almohadas y cobijas para dormir en los autos.

La tarjeta con 25 mil pesos no la han podido utilizar porque solo es para comprar muebles

“Los niños lloran porque los hombres no se quedan con nosotros, sienten que los abandonan, pero les explicamos que ellos tienen que dormir en los autos para vigilar la casa”, describió Clara.

Tras la explosión, la familia Maldonado Anaya se rehusó a trasladarse a un albergue, argumentaron que se quedarían a cuidar su casa.

“Nosotros nunca accedimos entrar a un albergue, preferimos quedarnos aquí a limpiar y cuidar lo poco que no se quemó”, dijo Raúl, cuñado de Juan Maldonado.

Necesitamos casa, dicen.

Los integrantes de la familia Maldonado Anaya afirman que sólo el gobierno del Estado de México los ha apoyado económicamente. El gobierno estatal tiene catalogado su predio como terreno irregular y sólo les dio 10 mil pesos en efectivo y una tarjeta con 25 mil pesos para comprar muebles y electrodomésticos en una tienda establecida.

“El estado si nos apoyó, pero el gobierno federal todavía no. Además los peritajes no han concluido y la empresa de gas no nos ha indicado cuánto nos va a pagar”, explicaron.

“Los diez mil pesos en efectivo nos ayudaron para comprar ropa interior porque toda se nos quemó, también sirvió para pagar los nuevos uniformes de mis hijos, zapatos, tenis, mochilas y otras cosas que necesitan para ir a la escuela”, narró Clara.

En contraste, la tarjeta con 25 mil pesos no la han podido utilizar porque solo es para comprar muebles y ahorita no tenemos dónde ponerlos.

“Después la podremos utilizar, pero por ahora nos sería más útil un techo que tener una tarjeta para comprar muebles”, criticaron los afectados, quienes confesaron que les es cada vez más complicado vivir en esas condiciones.

“Nunca imaginamos que algún día tendríamos que dormir en un coche, despertando cada dos horas para vigilar a la familia, en verdad estamos desesperados y queremos que nos ayuden lo más rápido posible”, confesó Juan.

Doña Chayo está sola

La situación de su vecina, la señora María del Rosario Ortiz, es peor que la de los Maldonado. Doña Chayo, como le dicen en Xalostoc, no puede entrar a su casa porque su techo se está derrumbando y no tiene un coche donde dormir.

Hasta hoy pernocta en las viviendas de otros vecinos que le dan posada.

“No me gusta quedarme en casas ajenas, quisiera que arreglaran mi casa para poder dormir ahí, después del accidente no sólo se desmoronó mi hogar, también nuestras vidas”, concluyo María del Rosario.

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