Argentina, triste pero con orgullo tras la final

Pese a la derrota ante Alemania, miles de fans se reunieron el Obelisco de Buenos Aires para festejar a su selección como si hubiera triunfado.

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El Mundial fue un motivo de unidad para los argentinos y un paliativo en medio de los problemas económicos del país. (EFE)
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Agencias
BUENOS AIRES, Argentina.- Con tristeza, pero con mucho orgullo por la actuación de sus jugadores, los argentinos asumieron el domingo la derrota de su selección 1 -0 ante Alemania en la final del Mundial de Brasil.

"Jugaron como los mejores, debimos ganar. Ahora siento mucha tristeza", dijo a The Associated Press Joel Miranda, 17 años, que se había reunido con miles de compatriotas a ver el partido en una pantalla gigante en la plaza San Martín, en el centro de Buenos Aires.

En la misma plaza, con la camiseta albiceleste en el pecho y lágrimas en los ojos, Matías Basualdo, de 20 años, se sentía embargado por una idéntica pena: "Siento una enorme tristeza. Realmente pensé que podían ganar. Faltó solo el gol y tengo mucha bronca (enojo) por el penal que no nos cobraron". Junto a él, la joven Soledad Candelas, de 19 años, se lamentaba por el resultado: "Tenía la ilusión de ver a Argentina campeón por primera vez en mi vida".

Argentina se consagró campeón mundial por última vez hace 28 años, en 1986.

Festejo a la Albiceleste

Pese a la derrota, miles de argentinos, la mayoría jóvenes, se congregaron en el Obelisco de Buenos Aires, para festejar a su selección como si hubiera triunfado. "Jugaron de primera. Me siento muy orgulloso", afirmó Horacio Laseira, de 53 años.

Muchos hacían estallar petardos y algunos arrojaban al cielo bengalas de color celeste. Otros hacían sonar sus tambores en son de festejo, mientras las bebidas alcohólicas calentaban la noche del invierno porteño.

"Soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar", cantaba la multitud.

Dolor y orgullo

En los medios de comunicación, hinchas y periodistas manifestaban su dolor por el resultado y su orgullo por la tarea cumplida en idénticas dosis. Algunos lamentaban que Lionel Messi no brillara a la altura de sus expectativas. "El mejor jugador del mundo no estuvo hoy en su mejor día del mundo", dijo el periodista Nelson Castro.

A pesar del clima de festejo, en el Obelisco no faltaban las voces de decepción respecto a Messi. Eduardo Rodríguez, un jugador de fútbol de sala de 33 años acompañado de su hijo y con una pelota bajo el brazo, dijo: "La gente está agradecida por lo que hicieron estos once guerreros. Pero a Messi la falta corazón. Está varios escalones por debajo de Diego (Maradona)".

Rosalía Álvarez, de 42 años, coincidió en ese punto: "Messi no se ilumina. No sé por qué no llega. Quizás no puede con la presión".

Varios miles de hinchas con camisetas, envueltos en banderas y con gorros albicelestes se concentraron frente a pantallas gigantes colocadas en distintos puntos de la capital argentina y en el interior del país con una mezcla de nervios y optimismo para ver la final.

En los bares del centro de la ciudad, otros argentinos menos eufóricos y más apesadumbrados, seguían a través del televisor los festejos de los alemanes, con la mirada atónita.

Vieron todo el partido

Más de 10,000 personas vieron el partido en una pantalla gigante puesta por la alcaldía de Buenos Aires en la Plaza San Martín, centro de la ciudad, transformada en un improvisado teatro futbolístico, decorado con banderines y globos celestes y blancos.

Otra multitud se concentró frente a la pantalla en el Parque Centenario, en el barrio de Villa Crespo.

El Mundial fue un motivo de unidad para los argentinos y un paliativo en medio de los problemas económicos del país. Las diferencias de clase y las políticas se borraron este domingo para alentar al seleccionado.

"Brasil decime qué se siente", "Vamos, vamos Argentina", fueron los hits que más se escucharon en los llamados "puntos de aliento".

Argentina disputó su primera final de un Mundial en 24 años. Las dos últimas veces que jugó el partido por el campeonato enfrentó a Alemania: perdió en 1990 en Roma, y ganó en 1986 en Ciudad de México, en ambas ocasiones con Maradona como su figura.

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