Irán une a Arabia con Israel
El programa nuclear de Teherán ayuda a limar asperezas entre Tel Aviv y Riad.
Agencias
JERUSALÉN, Israel.- Israel y Arabia Saudita han vuelto a coincidir en la trinchera diplomática. Durante la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, tanto el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, como el ministro saudí de Exteriores, Adel al Jubeir, acusaron a Irán de expansionismo militar en Oriente Próximo y denunciaron el acuerdo nuclear.
Es el último ejemplo de una creciente convergencia de intereses políticos que ha desatado todo tipo de especulaciones sobre si esa alianza de facto frente al enemigo común puede llegar a cuajar.
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De acuerdo con el diario El País, la situación causa revuelo porque se trata una pareja diplomática atípica; no sólo no mantienen relaciones, sino que Arabia Saudita ni siquiera reconoce la existencia de Israel y defiende el derecho a la soberanía de los palestinos.
Riad apadrinó en 2002 la llamada Iniciativa Árabe de Paz, que en esencia implica el reconocimiento de Israel a cambio de la retirada de los territorios que ocupó en 1967. Tras décadas de antagonismo emergen signos de cooperación entre ambos países, que ven en el auge de Irán una amenaza a sus intereses regionales.
Medios como el diario Haaretz ha informado también de reuniones regulares entre militares israelíes y saudíes en el centro de operaciones conjunto en el que se coordinan Jordania, Arabia Saudí y Estados Unidos. El ministro de Inteligencia, Yisrael Katz, aseguró a la prensa israelí que había invitado al príncipe Mohamed a visitar Israel al príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, como “líder del mundo árabe”.
La 'mano' de Trump
Los observadores sitúan el principio del acercamiento durante la negociación del acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y las grandes potencias, al que tanto Arabia Saudí como Israel se opusieron desde el principio y al que ahora responsabilizan de la consolidación regional de la República Islámica. Hasta entonces, el afán saudí por armarse para hacer frente a su rival de la otra orilla del golfo Pérsico también suscitaba inquietud en el Estado hebreo.
Dos cambios políticos han impulsado la aproximación. Por un lado, a principios de 2015 accedió al trono saudí el rey Salmán, quien, junto a su hijo y heredero el príncipe Mohamed Bin Salmán, ha mostrado una sorprendente disposición a asumir riesgos de política exterior. Por otro, la llegada a la Casa Blanca, dos años después, de Donald Trump, quien intenta convencer a los países árabes de que reconozcan el papel clave del Estado judío en Oriente Próximo.
En Riad no se han desmentido las señales de aproximación emitidas por Israel y, aunque de forma necesariamente más discreta dada la naturaleza de su sistema político, también ha hecho algunos gestos.
La ausencia de relaciones diplomáticas ha prevalecido finalmente, como se comprobó a finales de diciembre cuando el Gobierno saudí negó el visado de entrada al equipo israelí convocado por la Federación Internacional de Ajedrez para participar en un campeonato organizado en la capital del reino.
De momento, el propio Donald Trump ha puesto un obstáculo para oficializar esa relación cada vez menos secreta. Su decisión de reconocer Jerusalén como capital de Israel y de trasladar su embajada ha frenado nuevos gestos de aproximación ante el carácter altamente simbólico de la Ciudad Santa, que acoge el recinto de la mezquita de Al Aqsa, tercer lugar sagrado de islam, precisamente tras La Meca y Medina.