Todo esto rodea al mes sagrado del Ramadán
Sus connotaciones no son solo religiosas, también tiene un impacto económico y político.
Agencia
ARABIA SAUDÍ.- Este domingo 5 de mayo inició el mes santo del Ramadán, en el que cientos de millones de musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el ocaso; para los fieles, ese periodo significa también el cese de peleas, malas palabras y abstinencia sexual durante el día.
Pero no todo es ascetismo piadoso. El Ramadán es una fuerza que mueve el mundo, un periodo imprevisible de consumismo generalizado, conflictos sorprendentes y trapicheos políticos que este año terminará el 4 de junio.
Aquí te contamos cinco cosas que tal vez desconocías sobre esta celebración religiosa.
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Es un buen negocio
Aunque no llega a ser el monstruo mundial de consumismo que es la Navidad, el Ramadán ocupa un respetable segundo lugar.
La productividad en el mundo musulmán se derrumba durante el ayuno y las actividades del Gobierno se paralizan. Pero las tiendas de Estambul están abarrotadas, y es una de las épocas más ajetreadas para los vendedores de coches de lujo en Riad.
Las cadenas de comida rápida hacen ofertas nocturnas de Ramadán y los egipcios compran casi el doble de alimentos que en época normal. Como saben que cuentan con un público cautivo en casa a la hora del iftar, la interrupción vespertina del ayuno, las televisiones aprovechan para presentar sus programas estrella: entre el 25% y el 30% de los ingresos publicitarios de la televisión se obtiene en este periodo. Hasta Australia lo nota: en las semanas anteriores al Ramadán, las exportaciones de corderos alcanzan el 77%.
Tras el petróleo, es la mayor exportación de Arabia Saudí
Hasta los años 70, la observancia estricta del Ramadán era voluntaria en gran parte del mundo musulmán, una expresión de solidaridad cultural tanto como de devoción personal. Entonces llegó la crisis del petróleo de 1973.
Los petrodólares inundaron las arcas del Golfo Pérsico y llenaron de oro los reinos del desierto, que respaldaban a clérigos islámicos conservadores y que construyeron mezquitas en todo el mundo.
Los trabajadores inmigrantes volvían a sus países, a las montañas del norte de Pakistán o a las llanuras de Bangladesh, con actitudes más estrictas sobre las mujeres, la educación y las prácticas religiosas.
Hoy en día, en Aceh, Indonesia, no respetar el Ramadán se castiga con latigazos.
En 2009, el Ministerio del Interior de Egipto empezó a aplicar edictos por los que comer de día durante el mes santo era delito menor.
Es un tiempo de paz marcado por la guerra
La contemplación religiosa no siempre ha sido sinónimo de pacifismo. El profeta Mahoma libró la Batalla de Badr, la primera guerra musulmana contra los infieles de La Meca, durante el Ramadán del 624.
El conflicto de 1973 que los israelíes llaman la Guerra de Yom Kippur es, para egipcios, jordanos y sirios –que lanzaron su ataque sorpresa mientras ayunaban–, la Guerra del Ramadán.
En tiempos más recientes, en Irak, este mes se ha caracterizado por aumentos de la violencia sectaria y ataques contra las tropas estadounidenses, que llegaron a un total de mil 400 incidentes en 2007.
Pero el Ramadán también es momento de complicadas maniobras militares. Durante la batalla de Tora Bora, algunos de los combatientes afganos que estaban acercándose cada vez más a Bin Laden insistieron en irse a casa al atardecer para romper el ayuno.
La globalización ha cambiado en Ramadán
Para los aproximadamente 45 millones de musulmanes que viven hoy en Occidente, la observancia religiosa estricta puede ser una costumbre muy solitaria.
El trabajo no disminuye su ritmo por el Ramadán, y los que ayunan deben pasar el día con colegas que comen y beben sin problemas.
En Internet han aparecido guías con consejos sobre cómo soportar los sentimientos resultantes de aislamiento, y algunos clérigos influyentes han autorizado dispensas especiales a los musulmanes que viven fuera de Oriente Medio.
Por ejemplo, unas normas de 1970 permiten a los musulmanes que viven por encima de los 64 grados de latitud (donde el sol no se pone nunca en verano) que empiecen y acaben el ayuno según la hora de La Meca o la gran ciudad más próxima hacia el sur que tenga un amanecer y un atardecer normales.
Es el mejor aliado de los tiranos
Los dictadores laicos utilizan desde hace mucho la fiesta para apuntalar su legitimidad religiosa en declive.
Turkmenbashi, el difunto dictador neoestalinista de Turkmenistán, indultó a 8 mil 145 presos durante el Ramadán de 2005; otros autócratas, de Damasco a Argel, han seguido la misma pauta.
Durante la guerra Irán-Irak, Sadam Husein, que trató de presentarse como islamista durante sus últimos años, propuso en dos ocasiones a Teherán un alto el fuego por Ramadán.
Y en 2008, cuando Condoleezza Rice visitó Libia durante el mes santo, Muamar el Gaddafi se negó a darle la mano por las normas que prohíben tocar a mujeres durante el ayuno, mientras lo rodeaba su cohorte de guardaespaldas femeninas. Aquello dejó patente, una vez más, que el mes sagrado del Islam ha sido siempre una mezcla de lo sagrado y lo profano.
(Con información de esgloibal.org)