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Las actividades se desarrollaron en el parque de Las Palapas. (Luis Soto/SIPSE)
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Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Ante más de dos mil 500 personas, el obispo de la Prelatura Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, celebró la liturgia de Lavatorio de pies, y con dicha representación inició la Pasión de Cristo en la explanada del parque de Las Palapas.

Durante el evento, el obispo invitó a los feligreses a escuchar a Dios en sus corazones y a entregarse en cuerpo y alma a las buenas acciones. “Ámense como yo les he amado expresó Jesucristo en su Pasión”.

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Habló de la importancia que tiene el sacerdocio para la humanidad, de sus acciones, de su entrega al servicio de Dios, siempre preocupado en encomendar las almas al Señor, para que puedan entrar al cielo. 

Qué sería de nuestras vidas sin el sacerdote, él nos abre las puertas del cielo, él está siempre entregado a nuestras necesidades espirituales”, dijo a los presentes, que escuchaban la misa con atención llenando sus corazones de esperanza y amor.

Comentó que Dios amó a la humanidad hasta el extremo, marcó la medida del amor desmedido hasta el extremo de dar su vida para salvarla. 

Hizo una reflexión de una persona que llegó desecho a la Iglesia a solicitar que el sacerdote lo escuchara en confesión: “estaba desecho, no quería vivir, su esposa y sus hijos lo habían abandonado, entonces, el sacerdote lo escuchó y lo guió, le regresó la esperanza, la ilusión de vivir y de salvar su matrimonio y a su familia”, comentó.

Pidió que haya una conversión en cada una de las almas, que haya amor mutuo, respeto, humildad y entrega.

Durante la liturgia, Elizondo Cárdenas se quitó su manto, como lo hizo Jesucristo y tomó la toalla y se puso a lavar uno a uno los pies de sus discípulos

El significado de esta escena era inmenso, con ello lavaba las manchas, las angustias, las preocupaciones, las inquietudes con el agua del amor y de la cercanía, de compañía. 

Hay que aprender a amar, esta lección que nos da, ceñirse la toalla y ponerse a lavar los pies con tanta humildad y sencillez”, comentó que la familia, los adultos mayores, los niños esperan ser escuchados, atendidos y queridos y no olvidados como es en muchas familias costumbre.

Después de la escena bíblica, el obispo esperó las ofrendas del pan, vino y frutas para bendecirlas. 

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