'El Rascacielo', un filme que promete de más

La guionista Amy Jump nos introducen en lo que será un desquiciado viaje por los más bajos instintos humanos.

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Ballard estableció en su novela al rascacielos como un microcosmos social de neurosis que revelan el salvajismo natural del hombre. (Contexto/Internet)
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Por Rafael R. Deustúa

En una cartelera repleta de cine simplista y vano, que recauda millones a cambio de un rato de entretenimiento, a veces se suplica por una película que rete nuestro intelecto y nos dé una visión distinta; Un filme sentido artístico y un propósito. Pero luego de ver  "El Rascacielos" me acuerdo de por qué me gusta más del cine comercial.

Mientras disfruta, sentado en las ruinas de su apartamento, una pata de perro asada, el doctor Laing recuerda que hace apenas tres meses él llegó a ése edificio, cuando el era un ciudadano común y solvente mudándose a una joya de la arquitectura y el futuro de la sociedad. Y entonces vamos a tres meses atrás.

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Por medio de esa primera escena, que copia la estrategia narrativa con que el desquiciado escritor J.G. Ballard captó el interés del lector en su novela de 1975 en la que se basa esta película, el director Ben Wheatley y la guionista Amy Jump nos introducen en lo que será un desquiciado viaje por los más bajos instintos humanos, pero magistralmente estilizado.

Cualquier forma de arte se compone de forma y fondo, una cinta de superhéroes es casi toda forma (lo visual, efectos digitales) pero sin mayor contenido intelectual (el fondo). En cine arte esperamos que la película cuide ambos aspectos al máximo. Wheatley y Jump se esmeraron en la forma, pero cuando pretenden dar un trasfondo este es mas bien confuso y lo poco claro, no es novedoso ni interesante, asi que un producto malo en un empaque de lujo desilusiona y queda como pretencioso.

Loable es el diseño de producción, presentando al edificio casi como un ente vivo y separando por sus tonalidades las areas de cada clase social. Toman como referencia estética los años setenta, como queriendo reflejar la actualidad imaginada por alguien de entonces, obviamente Ballard, pero todas esas referencias visuales, aunque muy bellas, sólo refuerzan el lado artificial del filme y hacen difícil creer la historia.

En cuanto a las actuaciones, Tom Hiddlestone se luce como el Dr. Laing, tras interpreta  el personaje de hombre con un cierto desapego por lo que le rodea, con un aire psicópata. Jeremy Irons, Sienna Miller y Luke Evans, entre otros, hacen buenos trabajos.

Ya Ballard estableció en su novela al rascacielos como un microcosmos social de neurosis que revelan el salvajismo natural del hombre, Wheatley y Jump tratan de actualizar el concepto politizándolo, pero como propaganda tan simplista que parece que ellos viven en su propio rascacielo.

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