El renacido, una película que tienes que ver
Alejandro González Iñárritu no se durmió en sus laureles, y se lanzó a filmar un libreto escrito por sí mismo.
Rafael Destúa
Durante décadas, México rindió culto a Gabriel Figueroa, como el cinefotógrafo que inyectó arte al cine mexicano; ahora tenemos una leyenda viva en Emmanuel “El chivo” Lubezki, quien con su trabajo está haciendo lucir a los directores mexicanos, aún a pesar de sí mismos. Lo hizo en el espacio con “Gravedad”; en un teatro con “Birdman”, y ahora en bosques congelados con “The revenant”; a todas ellas les quitas a Lubezki y no queda mucho.
Malherido tras enfrentarse a un oso, Hugh Glass, rastreador de una empresa que busca pieles en las nevadas tierras de Dakota y Montana en 1820, ve como un colega asesina a su hijo y lo abandona. Esa injusticia le da la fuerza para sobrevivir a sus heridas, el invierno y el ataque de indios americanos en busca de venganza.
Alejandro González Iñárritu no se durmió en sus laureles tras “Birdman”, y se lanzó a filmar un libreto escrito por sí mismo -junto con Mark L. Smith- que no presenta complejidad; es una historia de supervivencia con vistazos a los fantasmas del héroe que nos da una idea de su pasado, pero no elementos suficientes para comprenderlo más allá de lo básico.
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Lo que nos atrae desde los primeros momentos y te mantiene en el asiento durante las dos horas y media de película, son los encuadres y magnífico trabajo de cinefotografía de Emmanuel “El Chivo” Lubezki, quien en más de una ocasión sorprende con planos secuencia -tomas largas donde el movimiento de la cámara logra diversos encuadres sin cortar- que no es fácil deducir cómo los hizo técnicamente... algunos parecen casi mágicos.
Es tan bueno y complejo el trabajo de Lubezki que provoca la pregunta de quién merece el crédito de director, si él o González Iñárritu. La respuesta es que González se queda con la silla, pero si “El renacido” está gozando de éxito es gracias a “El Chivo”. Es como en “Gravedad”, de Alfonso Cuarón, donde el dinamismo visual del cinefotógrafo hizo fascinante una historia simplísima.
Otro aspecto destacado son Leonardo DiCaprio y Tom Hardy, con unas actuaciones impresionantes y codependientes, pues no tiene mérito el trabajo de uno sin el del otro. Crean personajes antagónicos que se definen mutuamente al revelar sus propias virtudes y defectos, lo cual es la otra justificación para aguantar la película hasta el final.
Cada nominación al Oscar, salvó quizá director, fue bien ganada, e independientemente del número de estatuillas que consiga, vale la pena verla y admirar el trabajo de Lubezki.