Javier Rojo Gómez: compromiso y honestidad para Chetumal

Llegó a Quintana Roo para hacerse cargo de él cuando era a penas un territorio.

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La efigíe es una réplica de la que existe en Huichiapan, Hidalgo, lugar de nacimiento de Javier Rojo Gómez. (Foto: Ángel Castilla/SIPSE).
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Ángel Castilla/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- La efigie del licenciado Javier Rojo Gómez hace recordar al hombre que poco a poco se ganó el respeto y confianza de la ciudadanía, que vislumbró en él a un gobernante comprometido y honesto.

Ubicada en la glorieta de la avenida Efraín Aguilar y Armada de México, la estatua fue inaugurada el 2 de junio de 1972, en la administración de David Gustavo Gutiérrez Ruiz, último gobernador del Territorio de 1971 a 1974, y primer gobernador provisional del estado a partir del 8 de octubre de 1974 al 5 de abril de 1975.

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El monumento, de más de dos metros de altura, es una réplica del que existe en Huichiapan, Hidalgo, lugar de nacimiento de Javier Rojo Gómez. Fue obra del escultor yucateco, Humberto Peraza (+) y fue hecha de bronce fundido; por muchos años conservó su color original, el gris piedra, pero durante la administración municipal de Eduardo Espinosa Abuxapqui, fue pintada de color bronce.

En la remodelación que sufrió durante el trienio deAndrés Ruiz Morcillo, como presidente municipal de Othón P. Blanco, el ornato dificultaba la visibilidad. (Ángel Castilla/SIPSE).

La estatua fue develada al cumplirse cinco años de la llegada de Javier Rojo Gómez a Quintana Roo, para hacerse cargo del gobierno territorial, un 2 de junio de 1967; su primer acto público fue en la Explanada de la Bandera.

La efigie muestra al personaje de pie, vestido de guayabera, con los dedos pulgar y mediano de la mano derecha sostiene su sombrero, se encuentra sobre una base de concreto de más de dos metros de alto y un metro cuadrado, con la vista hacia el centro de la ciudad capital, sobre la avenida Efraín Aguilar.

En su base se puede leer: “Quintana Roo tiene derecho y obligación de figurar entre los más prósperos lugares del país, esto fácilmente se puede conseguir si logramos que este pueblo se entusiasme y tenga fe en sus más altos destinos”, parte final del mensaje que Rojo Gómez envío a los quintanarroenses a través de medios locales en diciembre de 1970, antes de su fallecimiento el día 31 del mismo mes y año.

La circunferencia de la glorieta en la que se ubica el monumento es de aproximadamente 16 metros, y alrededor de la base en la que se encuentra la estatua construyeron cuatro estructuras de concreto de más de seis metros de largo, uno de ancho y uno de alto, uno por cada costado.

El pueblo quintanarroense guarda un gran respeto a Javier Rojo Gómez, cada aniversario luctuoso, ante su efigie, se realiza una ceremonia solemne. (Foto: Ángel Castilla/SIPSE).

En la administración municipal de Andrés Ruiz Morcillo (2008-2011) se realizó una remodelación, pero entre el ornato que se colocó en la glorieta estuvieron varias palmeras de más de seis metros de alto que dificultaban la visibilidad.

Durante la administración municipal de Eduardo Espinosa Abuxapqui, (2013-2016), se retiraron las palmeras de la glorieta y la efigie se pintó de color bronce, mientras que la base de azul, y la leyenda conservó las letras en negro con fondo blanco.

Al inicio de la actual administración municipal, la base se pintó nuevamente de blanco, pero a la efigie no se le ha dado mantenimiento, tal y como lo demuestra a simple vista varias partes del cuerpo de Javier Rojo Gómez, en las que la color se ha empezado a descascarar.

“La efigie de Javier Rojo Gómez, un mandatario cuando el estado era territorio, muy recordado por los quintanarroenses; su personalidad como sus palabras de exhorto al pueblo son legado histórico”, refirió hace ya algunos años, Ignacio Herrera Muñoz (+), cronista de la ciudad de Chetumal.

El 2 de junio de 1967 fue la fecha en que llegó al estado Javier Rojo Gómez para hacerse cargo del gobierno territorial. (Foto: Ángel Castilla/SIPSE).

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