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Ryan Gosling, Steve Carell, Christian Bale y Brad Pitt, son los protagonistas. (Contexto/Internet)
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Por Rafael R. Deustúa

Narrar, con el dinamismo de un filme de acción, un docudrama de economía acerca del colapso mundial del 2009 -con claridad suficiente para que lo entienda cualquiera- es el mérito que hace de “La gran apuesta” una de las mejores cintas del 2016. Lo más sorprendente es que es del director de los varios bodrios de Will Ferrell, Adam McKay, quien se disculpa con ésta gran película.

El excéntrico analista económico que maneja inversiones para un grupo de clientes descubre que el mercado bursátil inmobiliario se basa en malos créditos y está próximo a caerse. La única forma de hacer dinero es apostar con los bancos, cosa que hace y después es imitado por otros pocos personajes que se enteran de sus extrañas apuestas, comprueban que tiene razón y apuestan también.

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El gran problema con una historia bursátil es que los cinéfilos podemos entender un sinfín de enredos argumentales pero al escuchar la palabra “economía” nos dormimos, sin embargo Charles Randolph y Adam McKay se crecieron ante la dificultad y vencieron por medio de estrategias tan raras como hacer que la actriz Margott Robbie, mientras toma un baño de burbujas, nos explique parte del tema; esa y otras extravagancias mantienen el interés y ayudan a entender la historia.

Otra estrategia de McKay es dar un dinamismo recargado semejante al que Guy Ritchie puso de moda con filmes como “Snatch” y “Sherlock Holmes” donde acentúaba con fuerza la edición y el sonido para dar más intensidad a la película. El efecto es muy bueno, pero entre la sobrecarga audiovisual, algunas buenas secuencias dramáticas y los datos bursátiles a ratos es cansado digerir el filme. Para ello el director añadió algo de humor, lo cual se agradece.

Entrando en las actuaciones, el director de casting debe estar feliz pues no hay un sólo mal trabajo y eso que Selena Gómez aparece. Del cuarteto principal, Ryan Gosling, Steve Carell, Christian Bale y Brad Pitt, todos hacen un trabajo estupendo, aunque Bale y Carell destacan. El personaje de éste último encarna el impacto emocional de la traición del sistema financiero mundial, punto clave para entender que aunque los protagonistas “ganaron”, en realidad todos -hasta la audiencia- perdimos.

El reparto de los secundarios es largo y hay muy buenos trabajos, entre ellos están Marisa Tomei, Adepero Oduye, Rafe Spall, Hamish Linklater, Melissa Leo, Jeremy Strong, John Magaro y Finn Wittrock.

Con tanto mérito como el director están el editor Hank Corwin y Jay Wilkinson, editor de sonido, que ayudaron a dar una significativa vida y ritmo al filme.

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