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El niño ocupa el tiempo en jugar y ayudar en varias actividades. (Yajahira Valtierra/SIPSE)
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Pedro Olive/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Con apenas 10 años de vida, Moisés, conocido en la calle donde vive como “Morro Gol”, o “Moi”, sólo se ha acercado a la escuela cuando acompaña a su papá a trabajar vendiendo frutas picadas con limón y chile, después de esto, ocupa el tiempo en jugar y ayudar en actividades a los vecinos, al igual que sus cinco hermanos, quienes tampoco han estudiado, una situación similar a la de más de 10 mil niños de entre cinco y 17 años que no acuden al colegio y trabajan en Quintana Roo, según el estudio de Módulo del Trabajo Infantil (MTI), y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de 2013.

“Moi” y su familia llegaron a Cancún hace aproximadamente dos años, y se instalaron en una casa ubicada en la zona norte de la ciudad, desde entonces, él comenzó a interactuar con los otros menores de las casas aledañas a su nuevo hogar.

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Debido a la falta de documentos, que según “Moi”, se quedaron en casa de su abuela en Campeche, el pequeño y sus hermanos han sido privados de la educación, cambiando el rol de estudiantes por trabajo dentro y fuera de casa, desde cuidar a sus hermanos hasta vender frutas, paletas de hielo, ropa en los tianguis, entre otras cosas.

Mientras los niños de la calle donde vive “Moi” van a la escuela por la mañana, él se encuentra preparando la fruta y frituras que llevará junto a su papá a los planteles para comercializarlos en los horarios del receso y salida; para la tarde, la actividad le corresponde a su mamá y la hermana mayor, de 15 años.

“Desde que viví en Campeche y Tabasco no he ido a la escuela, luego hay personas que nos buscan para enseñarnos, pero siempre nos vamos de la casa y ya no aprendemos nada”, dijo Moisés.

Sobrenombre 

El sobrenombre de “Morro Gol” se lo asignaron cuando llegó a la ciudad, debido a que desconocía a las figuras del fútbol, nombres de equipos y las reglas del mismo deporte; niños con los que juega, refieren que comenzó a ir con ellos al parque y después de tantos intentos por enseñarle, logró hacer un gol, razón por la cual lo apodaron así.

Luego de una visita al asentamiento irregular en la Región 234, a unos cuatro kilómetros de distancia; tres de 12 niños entrevistados comentaron que no asisten a la escuela y tienen entre seis y 15 años, indicando que los padres no cuentan con recursos económicos suficientes para costear uniformes, zapatos, útiles, entre otros insumos similares y necesarios.

“Aun cuando las condiciones familiares y de vivienda no son favorables, es un niño noble, no es que abusemos de su amabilidad, pero a varios de nosotros nos ha apoyado con alguna actividad, desde ir por las tortillas hasta vigilar la casa cuando salimos, en gratitud, le damos algo como agradecimiento, como comida, dinero o ropa”, dijo María del Carmen, vecina de la calle.

“Moi” es el tercero de seis hermanos, las primeras dos son mujeres de 12 y 15 años, luego un niño de ocho, y los últimos dos son de cuatro y dos años, respectivamente.

Privados del derecho a la educación

Aun cuando a Moisés y sus hermanos se les ha privado el derecho a la educación al no estar inscritos y ser llevados a escuelas, vecinos del lugar han intentado compartir el conocimiento que tienen impartiéndoles clases a él y dos de sus consanguíneos, sin embargo, por las actividades que cada uno realiza el apoyo no ha sido constante.

Ayummy es una estudiante de bachillerato que cursa el sexto semestre y ha intentado ayudar a “Morro Gol” y sus hermanos, ella comenta que en reiteradas ocasiones, por el trabajo que el niño tiene en la mañana, y las responsabilidades que le asignan sus padres, no ha podido continuar con las clases para enseñarlos a leer y escribir.

El vender en las escuelas no es la única forma de ganar dinero que conoce, pues cuando llega “el novio” de la hermana mayor que se dedica a la venta de helados, el pequeño toma el carrito, visita las calles cercanas y comercializa el producto; también ha trabajado en construcciones revolviendo mezcla y vendiendo ropa en tianguis, sólo por mencionar otras actividades.

Obligación de los padres

“La educación es un derecho de los niños, y es obligación de los padres dárselas; sin embargo, hay situaciones que salen del control de los tutores, y pasa esto, se priva a los menores de la oportunidad de tener herramientas para superarse”, dijo Raúl Armando Lara Quijano, presidente de la Sociedad de Padres de Familia en Benito Juárez.

Además de la falta de recurso económico, otro de los problemas que enfrenta él y sus consanguíneos son las adicciones de sus padres, que durante el año pasado llevaron a su mamá a tomar la decisión de intentar quitarse la vida, colgándose de un árbol ubicado en el terreno de una iglesia que está en la esquina de su casa, gracias a la intervención de los vecinos, esto no se consumó.

Me gustaría tener algunas cosas que los demás tienen, como juguetes nuevos, no sólo para mí, sino para mis hermanos pequeños, recibir algo en Navidad, cumpleaños, o Día de Reyes”, dijo “Morro Gol”, mientras inclinaba el rostro.

En Quintana Roo, hay 379 mil 479 menores de cinco a 17 años, de los cuales, 93.7% de la población asiste a la escuela, mientras que 6.3% restante vive en condiciones similares a Moisés, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

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