''No es difícil tratar a un niño autista, sino llevar su ritmo''
Es un síndrome que afecta la comunicación y las relaciones sociales.
Teresa Pérez/ SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- “Respeta mi ritmo y siempre podrás relacionarte conmigo y mi modo especial de entender la realidad” comentó María Pech, al explicar que no es difícil tratar a un niño autista, sino llevar su ritmo.
Su hija Paola lleva cinco años con diagnóstico, desde entonces, el camino aunque largo ha sido productivo, pues la lleva a terapia y con ello mejora su calidad de vida, esta historia se suma a la estadística en Quintana Roo, pues al menos se contabilizan más de mil personas con problemas de autismo.
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De acuerdo con José Andrés Yupit Puerto, neurólogo, el autismo es un síndrome que afecta la comunicación y las relaciones sociales y afectivas del individuo y la causa es multifactorial.
Quien tiene autismo omite cualquier contacto visual, tiende a tener aleteos en brazos y camina de puntitas. Un bebé podría mostrarse indiferente a las personas o enfocarse intensamente en un objeto hasta excluir a los otros durante largos períodos de tiempo, sin embargo, una detección temprana mejora significativamente la calidad de vida.
Actualmente hay varias técnicas que se utilizan para complementar el tratamiento entre ellas, musicoterapia, terapia con animales, natación, bicicleta, pintura, comentó psicoterapeuta especialista en atención a niños con autismo.
Dos macroestudios presentados en la revista científica Nature hace dos años confirmaron los componentes genéticos del autismo e identificaron más de 100 genes implicados en el riesgo del desarrollo.
Genes cerebrales
La formación de la sinapsis y el control de los genes cerebrales y la cromatina, presentaron mutaciones heredadas desde los óvulos o el esperma de los padres, y que, por tanto, son el principal factor de riesgo para desarrollar autismo.
Sumando ambos tipos de mutaciones, los estudios recientes del neurocientífico y genetista Joseph Buxbaum, del Hospital Mount Sinai de Nueva York y Michel Wigler, del Laboratorio Cold Spring Harbor, también en Nueva York, identificaron 100 genes implicados y analizan genomas autistas y controles emparentados.