Nos apretaban las manos para que los apoyáramos: rescatistas

El 19 de abril fue la fecha en que estos “topos” decidieron agruparse y zarpar para Ecuador.

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A pesar de haber grupos de rescates de muchas partes del mundo, hubo buena organización, incluso se toparon con otros rescatistas mexicanos. (Luis Soto/SIPSE)
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Licety Díaz/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Ricardo Aarón Acosta Manzanero considera que la labor altruista de “los topos” es rescatar tanto a personas vivas como muertas, algo que en una zona de desastre se agradece infinitamente. 

Acosta Moreno a sus 35 años, alterna esta actividad humanitaria con la de turismo en una agencia de viajes. 

Originario de Mérida, Yucatán, vive en Cancún desde hace 10 años, mismo tiempo de pertenecer a la brigada “Rescate Internacional de Topos”, el único de la región que integra esta asociación civil que tiene su base en la Ciudad México, y que recientemente regresó de brindar servicios tras el terremoto en Ecuador.

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“Había mucha gente, muchos salían a la calle con sus pancartas pidiendo ayuda"

“Había mucha gente, muchos salían a la calle con sus pancartas pidiendo ayuda, porque tenían hambre, o sacaban a sus familiares enfermos a la carretera, algo que nunca olvidaré, pues se nos acercaban y nos apretaban las manos para que los apoyáramos, suplicaban muchos, incluso se hincaban”, recordó. 

Se involucró con este grupo de ayuda cuando estaba en el Ejército, pues colaboraba en los desastres naturales y conoció el trabajo de “los topos”. En una ocasión llegaron a Yucatán con motivo de un huracán, no los olvidó y al darse de baja de las fuerzas armadas los contactó, siendo invitado a trabajar con ellos.

El 19 de abril fue la fecha en que estos “topos” decidieron agruparse y zarpar para Ecuador. Acosta Manzanero se autofinanció su boleto hacia la capital del país, en su equipaje además de las herramientas necesarias, tuvo espacio para víveres calculando los días de estancia en el extranjero.

Antes de la partida a una zona de desastre natural, se contactaron vía telefónica o por las redes sociales. Recordó que llegó al caer la tarde a la Ciudad México y volaron a primera hora de la madrugada hacia Quito, Ecuador; Aeroméxico les tendió la mano con los pasajes.

Llegaron uniformados e identificados como ayuda humanitaria; lo trasladaron vía aérea hacia Manta, lugar de los lamentables hechos, en compañía de jóvenes ecuatorianos que se dirigían al centro de acopio para distribuir agua, alimentos y artículos de primera necesidad.

Ahí ya los esperaban, llevándolos a las zonas más afectadas de ese sitio y de Portoviejo, después se presentaron al control de mando de la policía de la región para comenzar labores. Contó que experimentaron réplicas muy fuertes del sismo, pero el deber hacía que continuaran con su misión.

Había muchos edificios colapsados donde aún no se buscaban sobrevivientes. Trabajaban sin horario, sin importar que cayera la noche o saliera de nuevo el sol, si acaso descansaron cuatro horas al día.

Lograron sacar cuatro cadáveres. Comían como podían y el baño era un poco complicado al no haber agua, ni electricidad y la comunicación escasa.

“Trabajamos intensamente, cada vez que entramos a un agujero nos exponemos, por suerte hasta ahora nunca hemos tenido ningún problema entre compañeros, Ecuador fue una experiencia inolvidable porque fue una situación difícil, muchas personas lo perdieron todo y se quedaron solos, sin familia, mucha gente buena les repartía comida que hacían especialmente para ellos”, dijo. 

A pesar de haber grupos de rescates de muchas partes del mundo, hubo buena organización, incluso se toparon con otros rescatistas mexicanos. 

Aparte de Ecuador, ha brindado servicios en Guatemala, Chile, Perú y Argentina.

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