Cancún dio arraigo a Ricardo Muleiro

Inculca a sus hijos el amor por el destino donde ha hecho realidad sus proyectos.

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"Le tengo mucho cariño a Cancún, hace poco entré a un grupo donde suben fotografías antiguas de la ciudad y ahí me paso un gran rato recordando". (Claudia Olavarría/SIPSE)
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Claudia Olavarría/SIPSE
CANCÚN, Quintana Roo.- Los parques de la Supermanzana 2 A de Cancún fueron el centro de juegos y reunión de amigos y vecinos de Ricardo Muleiro López, quien los recuerda como lugares grandes, verdes, llenos de juegos, caminos de bicicleta y demás, que cobraban vida cada día con las risas de los niños.

Los recuerdos de la infancia en la memoria del entrevistado se remontan a su llegada a Cancún, porque fue aquí donde creció, estudió y formó su círculo de amistades; antes de aquí, recuerda haber estado en Monterrey, Puebla y Veracruz.

En las primeras dos décadas de Cancún los niños tenían la libertad de estar fuera de casa, y regresar sanos y salvos al seno familiar, después de un rato de juegos y esparcimiento.

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“Era increíble, con muchos amigos, mucha seguridad, libertad, amabilidad, era un lugar muy chico, todavía el día de hoy es muy común que lleguemos a algún lugar tradicional de Cancún y saludemos a todo mundo”, relató Muleiro López.

El contacto con la naturaleza y el jugar al aire libre es algo que inculca a sus hijos, a quienes lleva a los parques; y en esas salidas, Linda, de cuatro años, y Diego, de ocho, han visitado esos lugares de juegos y otros más. Lamenta que hoy estén solos porque los niños están en casa entretenidos con videojuegos o encerrados por la inseguridad y la poca confianza de los padres de permitir que hoy este fuera de casa con los amigos.

“Estas áreas abiertas y tradicionales de Cancún han cambiado porque ya no son tan usadas como antes, porque esa reunión de juegos se da en privadas, que son lugares cerrados”, indicó.

En la actualidad hay unos parques que ya no están tan bien cuidados, el pasto no presenta el mismo cuidado que cuando él ahí jugaba, pero los lugares están.   

Una especial bienvenida

El huracán “Gilberto” dio la bienvenida a la familia Muleiro López en su llegada a Cancún en 1988, hoy entre sonrisas Ricardo recuerda que el cuarto de baño fue su lugar de refugio porque era el único lugar que no tenía ventanas.

“Recuerdo que durante el ojo del huracán, sabíamos que era el intermedio y salimos a dar una vuelta rápida, y eso a pesar de estar muy chico, tenía cinco año, sí me impacto muchísimo; recuerdo las palmeras rotas, árboles en medio de las calles, gente desconsolada, confundida, otros llevaban cosas de un lado a otro”, comentó el entrevistado.

"Recuerdo que durante el ojo del huracán Gilberto, sabíamos que era
el intermedio y salimos a dar una vuelta rápida". (Jesús Tijerina/SIPSE)

“La primer escuela en la que entramos mis hermanos y yo, somos tres en total, Esteban el mayor, Alan el menor, y yo el sándwich, el de en medio, fue el Colegio Británico; posteriormente nos pasamos al Colegio Ecab, y ahí estudie preescolar, primaria, secundaria y preparatoria, es una excelente escuela que sigo visitando una vez a la semana”, relató.

La visita semanal tiene que ver con su hobbie, porque con sus amigos y compañeros de aquel entonces, así como un profesor de escuela de tiempo completo, armaron un grupo musical cuando estaban en la secundaria, y ahí ensaya y juega, es su válvula de escape.

Antes de ingresar a la universidad radicó unos meses en Puebla, donde tiene familia, y a su regreso ingresó a la Universidad del Caribe donde se graduó con una licenciatura en gastronomía con especialidad en administración, al término de ello esperó un año y medio y estudió una maestría en administración y finanzas en el Tec Milenio.

De la cocina al mar

El compromiso que Muleiro López tiene con Cancún y su desarrollo profesional lo llevó de la gastronomía hacia el sector náutico, área en la que ha tenido el cargo de presidente de Asociados Náuticos de Cancún, y el mismo cargo pero a nivel estatal, puestos en los que se desempeñó.

Mientras estudiaba la carrera de gastronomía un amigo lo invitó a trabajar en una marina, a cubrir turnos los fines de semana, poco a poco se fue inmiscuyendo en el sector náutico, donde fue creciendo profesionalmente; tiempo después tuvo la oportunidad de asociarse como copropietario de una operación de excursiones acuáticas y se siguió.

"La primera vez que fui a recoger cangrejos fue impresionante y
recuerdo que éramos muchos cancunenses ahí colaborando". (Jesús Tijerina/SIPSE)

“Siempre me ha gustado emprender, desde los 16 años tuve negocios chiquitos, tuve carritos de hot dogs, luego un negocio e comida a domicilio; al principio de la prepa y luego de la universidad estuve en la venta de camisetas y diseño, luego diferentes cosas, y apalancado con lo del turismo tuve oportunidad de emprender otras cosas”, explicó.

En la actualidad Muleiro López tiene una agencia de turismo médico “My medical vacations”, desde hace seis años, la cual emprendió con un amigo y compañero de la carrera con quien ha hecho otras inversiones.

La agencia es hoy un negocio con un crecimiento exponencial y crecimiento de año con año, traen turismo de Canadá y Estados Unidos para que se realicen en Cancún cirugías cosméticas a un menor costo de lo que pagarían en su país.

Otras áreas que atienden son las de injertos de cabello, medicina dental, tratamientos que en su lugar de origen son muy costosos y aquí se ahorran entre 50% y 60%, lo que lo hace atractivo al consumidor.  

La administración del tiempo es el éxito de Muleiro López, quien ha sabido combinar su profesión con lo familia y su espacio personal.

Su presencia en casa es primordial como figura paterna y compañero de su esposa, se reparte las obligaciones como el llevar y recoger a los niños de la escuela y otras actividades, y los fines de semana son netamente familiares. Cristina, su esposa, igual tiene su negocio y responsabilidades profesionales.

La relación laboral y confianza con sus colaboradores le permite tener el espacio con la familia. La parte social es algo que lleva dentro por el amor a su familia y al lugar que lo vio crecer, y transmite a sus hijos la participación social para tener una mejor calidad de vida, y legar a sus hijos ese arraigo por su lugar de nacimiento y crecimiento, sobre todo, ser proactivos.   

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