Adrián Barreto/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Se mueven en la zona de Punta Ina, un poco al sur de Xcaret y antes de Calica, son conocidos como boyeros y con fisgas cazan a las tortugas que llegan a aparearse en esa zona, cuya carne se habría comenzado a comercializar de manera ilegal.

“En Punta Piedra llegan para desovar, pero en el arrecife de Ina encontramos dos especies ya muertas en el lapso de menos de 15 días. La primera fue un caparazón que encontraron y alanzaron a ver a un grupo de chamacos que se retiraban conocidos como boyeros que utilizan una fisga, que es una varilla de construcción que se usa con una liga”, narró Herminio Chanona Iza, pescador de la zona.

También te puede interesar: Tocar a las tortugas les causa estrés

La otra se encontró la semana pasada bajo fondo con dos varillas metidas en el caparazón, un caso que ya había reportado anteriormente el secretario de la Cooperativa Turística del Mar Caribe, José Gómez Burgos.

De acuerdo con los pescadores, Punta Ina y Punta Piedra son zonas predilectas de los cazadores porque el tránsito terrestre es prácticamente inexistente, y es justamente en entre mayo y junio, los meses de apareamiento cuando registran estos hechos, incluso con ejemplares muy jóvenes.

Mercado negro

El fenómeno obedece a que se ha comenzado a comercializar, o al menos es presunción de los pescadores.

“Las personas que comercializan el pescado en la cooperativa dicen que ha llegado gente a pedir carne de tortuga, y cuando les dicen que no hay porque está prohibido dicen que ya les han ofrecido, y entonces se está creando una caza y comercialización y hasta ahora no hemos visto a las autoridades”, lamentó Chanona Iza.    

Esos casos los han registrado porque se los han encontrado en las rutas turísticas, pero los prestadores de servicios turísticos aseguran que es muy raro ver embarcaciones de las autoridades de pesca o incluso de la Marina.

“Es gente pobladora de Playa. Les decimos boyeros porque usan una boya para que se quede en la superficie y que las embarcaciones los vean y no sean propelados (…) comercializan también langostas que no dan ni siquiera la talla idónea; no hay respeto a la zona marina y aunque les llamamos la atención se van un momento y luego regresan”, lamentó Herminio Chanona.