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El CREA quedó manos del zar de las gasolineras de Cancún. (Redacción)
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Mauricio Conde/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Eran tiempos de la administración de la “abundancia”. Todavía no había que defender al peso como un “perro” y desde el gobierno federal, José López Portillo impulsaba políticas a favor de los jóvenes, de su integración social con apapacho de la crema y nata por parte de la clase política e intelectual del momento, de los Jaime González Graf, de los Arnaldo Córdova, entre otros; así, los jóvenes abrevaban directamente con quienes analizaban la formación del poder político, literalmente, era un franco diálogo con las mentes más privilegiadas de México.

Silvia Hernández despuntaba con apoyo del titular del Ejecutivo y despachaba multimillonario presupuesto para dirigir el Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud (CREA). El 29 de diciembre de 1976, José López Portillo transformó el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (Injuve) en el Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud (CREA) como una necesidad de dar mayor apoyo a programas para los jóvenes y de establecer con claridad una política en su beneficio.

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Se creó como organismo público descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propio, para estar en aptitud de emprender programas de mayor alcance y constituirse en el coordinador real de la política de gobierno hacia la juventud. Se propuso fomentar el desarrollo integral de los jóvenes, prepararlos para que asumieran sus responsabilidades en los procesos de cambio y en el avance democrático de la sociedad mexicana.

En su junta directiva participaban 11 dependencias y entidades paraestatales con funciones vinculadas a la atención de la juventud. Era asesor obligado de la Administración Pública Federal en sus tareas relacionadas con la juventud. Sus principales programas llegaron a ser Plan Joven, Promoción Deportiva, Promoción Cultural, el estudio de los problemas juveniles y la Procuraduría de la Juventud.

De ahí surgieron las Villas Juveniles del CREA, con ese espíritu acicateado, además por el prurito de que no solamente los extranjeros y la clase privilegiada económicamente disfrutaran las paradisiacas playas de Cancún, sino también la juventud mexicana sin distingos.

Así, en Julio de 1979, Silvia Hernández encabezó la ceremonia de inauguración de las Villas Juveniles del CREA en Cancún, con la presencia de jóvenes provenientes de distintas partes de la República y la promesa de que significaba esta infraestructura la más adelantada respuesta del gobierno federal para atender las demandas de la juventud en torno a un sano esparcimiento vinculado a la cultura de los valores y los principios, a la memoria histórica de México, en un destino a la altura del mejor del mundo.

En esa oportunidad, en las Villas Juveniles todo estaba nuevo, funcionaba como tipo hostal, con bloques de cuartos con seis camas cada uno, eran tres literas de madera en fila, sin puertas y baños comunes por piso con buena regadera; administrado bajo un concepto de turismo joven, con desayuno incluido, con amenizadores para varios entretenimientos colectivos y, por supuesto, la mejor playa de México.

Oscar Sauri, era uno de esos jóvenes estudiantes que formó parte de la historia de esa inauguración. Hoy como Asesor de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Yucatán y como él dice, “abogado postulante de causas nobles”, confiesa sentirse emocionalmente devastado al conocer que los terrenos nacionales donde estaban las Villas Juveniles del CREA con el paso del tiempo fueron vendidos por el gobierno de Félix González Canto y quedaron en manos de particulares, específicamente del zar de las gasolineras de Cancún, Ricardo Antonio Vega Serrador.

Y lo sintetizó de la manera más simple: “Estamos ante un gobierno de los ladrones, que en el mundo se distinguen por sus latrocinios contra los mexicanos. Están destruyendo la memoria de una de las mejores épocas del país”.

Lamento profundamente esto, dijo al aceptar que “todo lo que soy ha sido fruto en gran medida de lo que abreve y conocí en las Villas Juveniles del CREA. Se lo debo a esos momentos cuando la política cultural que el estado mexicano estableció era para arraigar entre los jóvenes el amor a México y a su desarrollo cultural y político”.

En entrevista exclusiva con Novedades de Quintana Roo aseguró que lo que hoy tiene como visión del país es gracias a esa formación que obtuvo en las Villas Juveniles del CREA: “ahí encontramos a gente de la mayor intelectualidad de ese entonces en México, eran las mejores y más reconocidas inteligencias nacionales”.

Era un tiempo, dijo, cuando al país le importaba la opinión de los intelectuales, incluso a la clase política que regía los destinos de México. Fue un momento brillante –rememora- pues la coincidencia desde el Estado era influir positivamente en el destino de la juventud mexicana y en su formación con base en la memoria histórica del país.

Ahí conocí a Jaime González Graf, a Arnaldo Córdoba, entre otros insignes personajes de la cultura intelectual de México, como este último autor de la ideología de la Revolución Mexicana, de la formación de los poderes políticos en el país y nos explicaron cómo se fueron dando estos procesos que dieron vida al estado posrevolucionario.

Y hoy en día, refiere Oscar Sauri, “al estado mexicano no le interesan ni la juventud ni los intelectuales”.

Frente a los planteamientos que emitió Oscar Sauri desde la capital de Yucatán, resalta el silencio por el que han optado los que entonces estaban al frente del CREA en la entidad, el entonces delegado Amilcar Rosado Alavez y el también entonces administrador, Carlos Cardín Pérez, ambos radicados en Cancún.

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