William imprime su estilo como zapatero

El oficio, al igual que otros, se aprende por herencia familiar o enseñanza de un “maestro”.

|
La zapatería de William Virgilio Beltrán Martínez se llama “Los tres hermanos”. (Jesús Tijerina/SIPSE)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Pedro Olive/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- “Nosotros hacemos lo que los clientes nos pidan: reparación, costura, pegado, refuerzo, hasta la reconstrucción de zapatos para extender el tiempo de vida; un zapatero puede nacer con el don o aprenderlo, lo importante es hacerlo bien”, dijo William Virgilio Beltrán Martínez, dedicado a este oficio en Cancún.

Explica que realiza trabajos de los más sencillos como poner velcro al calzado que ya esté dañado, costuras para reforzar los que únicamente están pegados y son sintéticos, cambio de suelas, hasta reparaciones más complejas como el cambio de forro con el mismo diseño, creación de zapatos a partir de la suela, por mencionar algunos.

También te puede interesar: Conoce al mascarero de Cancún, un oficio poco común (video)

Cuando son calzados escolares, la reparación muchas veces obedece a que los padres no quieren invertir para comprar otros cuando falta poco para terminar el ciclo escolar, y los mismos tutores consideran que el par aún puede “aguantar”; mientras que el resto de las reparaciones es por el aprecio a las prendas, que en algunas ocasiones son herencia de los padres.

“Hemos tenido clientes que llevan más de cinco años trayendo el mismo par de zapatos para reparación, mantenimiento y conservación, y lo que hace que regresen es el trabajo que hacemos, cada uno de los zapateros imprime su estilo y esencia, y eso es lo que te diferencia de los demás”, agregó Beltrán Martínez.

El zapatero en Cancún trabaja de dos maneras, cuando es conocido, echa a andar un local al que llegan los clientes, o bien, recorriendo las calles para darse a conocer y, en algunos casos, para ahorrar gastos en pagos de servicios como agua y luz, por mencionar algunos.

Los zapateros que deciden recorrer las calles, tienen una desventaja con relación a los que laboran en locales, y es el uso de herramientas como máquinas de coser, equipo especializado, entre otras, para hacer las reparaciones.

El cobro de los servicios en los locales depende de la zona donde esté situado; los más caros son los del centro.

Este oficio, al igual que otros, se aprende por herencia familiar o enseñanza de un “maestro”; el tiempo de aprendizaje es variado, pues hay personas que en tres meses tienen las nociones básicas y se aventuran a trabajos complicados, y otros que pueden pasar años y de pegar y costurar no pasan.

“Sabía que sería zapatero desde los siete años”

Originario de José María Morelos, Quintana Roo, William Virgilio Beltrán Martínez supo que el oficio de zapatero lo desempeñaría cuando apenas tenía siete años, luego de ver en Valladolid, Yucatán, a “Don Jorge”, un zapatero que le cedía un espacio de su terreno a la mamá de William para que vendiera verduras y frutas que cosechaba; después de ayudar a su madre, Beltrán Martínez recogía los retazos de piel y cuero y los llevaba a su casa.

En cada visita a Valladolid, William prestaba atención a las manufacturas de “Don Jorge”, un conocido zapatero con especialidad en la creación de botas, y que tiempo después de conocer a la familia Beltrán Martínez, decidió compartir su conocimiento con los hermanos mayores de William.

Pasó poco tiempo para que William comenzara a poner en práctica lo que observaba en el taller de “Don Jorge”, aprovechaba las herramientas de su abuelo y los cables de alto grosor para hacer sus primeras “puntas” o agujas para costurar sus zapatos y balones de fútbol.

La verdad no me gustó mucho la escuela, pero escuché que Don Jorge dijo en una ocasión que este trabajo era bueno y que la gente cada vez más iba a necesitar zapateros, por esta razón me animé y con 14 años decidí ir a terminar de aprender con él, me enseño y me aventuré a venir a iniciar con el oficio”, recordó Beltrán Martínez.

Después de un tiempo de dedicarse al oficio, William se fue a vivir a Estados Unidos con apoyo de uno de sus hermanos; durante ese tiempo se dedicó a otros oficios en el país vecino, mandaba dinero para su familia y regresó para reinstalarse en el estado.

Al poco tiempo decidió mudarse a Cancún, en donde se ha desempeñado como zapatero a lo largo de 25 años, de los cuales, dedicó al menos 20 a recorrer las calles para hacerse de clientes en diferentes puntos de la ciudad. Desde hace cuatro años estableció un puesto, que actualmente ya se extendió, cuenta con tres trabajadores y al menos 14 personas se han iniciado con él en el oficio.

“Mi intención no es que se queden toda la vida conmigo, yo los apoyo y les enseño lo que sé, siempre les digo que si tienen una oportunidad de ganar más, que la aprovechen, yo estoy para apoyarlos en la medida de lo posible”, agregó William Virgilio.

La zapatería de Beltrán Martínez se llama “Los tres hermanos”; el nombre se debe al número de hijos que tiene, quienes también aprendieron desde los siete años a costurar y pegar zapatos, actualmente ese conocimiento lo aplican en sus ratos libres, en trabajos que les salen fuera del horario de clases.

Herramientas que requieren

-Aguja
-Hilo
-Tijera
-Pinzas
-Tenazas
-Cuchillo
-Pegamento
-Sacabocado
-Canalizadora
-Velcro
-Cera

*25 mil pesos es la inversión aproximada para iniciar como zapatero con máquinas de coser de medio uso.  

Lo más leído

skeleton





skeleton