Segunda llamada para el panismo

A nivel nacional el PAN tuvo una oportunidad envidiable en dos sexenios presidenciales...

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A nivel nacional el PAN tuvo una oportunidad envidiable en dos sexenios presidenciales, de 2000 a 2012, pero la desperdició en todos los frentes por la impreparación de sus figuras seleccionadas para los cargos burocráticos. En el capítulo Quintana Roo, sus delegados federales no superaron la prueba en la evaluación global, aunque nunca falta el desempeño intachable de dos o tres.

Ahora el PAN tiene su segunda oportunidad, beneficiado por el triunfo del gobernador ex priista Carlos Joaquín González que aportó todo su poderío para lograr la victoria más sonada en todo nuestro recorrido electoral inaugurado en 1975. Pero el ascenso de ensueño descubre a un panismo blandengue y con metas cortoplacistas, aferradas a un chambismo alentado por la filosofía del “ahora es cuando, mi prieta”. 

En el Congreso local la bancada panista es impulsada por las ocurrencias, detonando escándalos por la nebulosa adquisición de un tablero electrónico de 4.2 millones de pesos en pleno acuerdo de austeridad lanzado por el gobernador Carlos Joaquín. Si un padre de familia compra un anillo de diamantes mientras sus hijos pata rajada tienen anemia aguda, la condena es la misma. 

Pero en el gabinete no hay panistas con talento excepcional, y no los hay porque este partido se desactivó como semillero para la formación de políticos genuinos, refugiándose en damas de todos los moles como Patricia Sánchez Carrillo y Alicia Ricalde Magaña, quienes bloquean el surgimiento de nuevos valores porque van a todas las competencias con boleto ganador en mano.

Los panistas tuvieron su reciente oportunidad con el relevo en la dirigencia estatal, pero el proceso lo convirtieron en un puerco dedazo estilo PRI, imponiendo al gris chetumaleño Juan Carlos Pallares Bueno y despreciando a un líder con mayor poder de convocatoria, como lo es el malquerido chetumaleño Mario Rivero Leal.  

Si los panistas no se aplican en estos meses, el triunfo que compartieron con Carlos Joaquín y con el PRD puede ser exclusivamente una cosecha de posiciones burocráticas, pero sin nutrir a un partido blanquiazul que sigue traicionando las causas populares y que se confunde más con el PRI malvado de los últimos seis años.

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