Los hilos de caña de pesca representan una amenaza para las aves en el Sistema Lagunar Nichupté, pues constantemente se encuentran ejemplares enredados, lo que les impide volar y conseguir alimento.

Alfredo Benitez, activista ambiental y kayakista, expone que en el último caso se rescató a una garza atorada entre los manglares por estos hilos.

“Estábamos en una limpieza de manglares de las que hacemos de manera regular. Me puse a buscar líneas de pesca y encontramos la garza colgada de su garganta, porque se tragó el anzuelo”, cuenta.

Al principio pensaron que estaba muerta, pero luego se dieron cuenta que no. Se procedió a buscar especialistas para operarla y sacarle el anzuelo de la garganta. Luego de tres días fue reingresada al manglar.

La pesca está prohibida en toda la zona costera y en la Laguna. Pese a ello, decenas de personas realizan esta práctica en los puntos del Puente Calinda, puente Nizuc, Tajamar, entre otros.

Benitez refiere que los pescadores no tienen consciencia de las afectaciones que generan sus prácticas, pues cuando los hilos se atoran simplemente los cortan y dejan entre los manglares.

Desde la pandemia, asegura, la pesca ilegal en la laguna ha incrementado, pues ya no solo es una actividad de aficionados, sino también de sustento familiar o incluso algunos para fines comerciales.

El activista urgió vigilancia en la zona para restringir las malas prácticas.

Además de las afectaciones por los hilos de caña, la pesca furtiva tiene otras implicaciones, pues se altera el equilibrio ecológico de la zona.

Arturo González, director del área de protección de flora y fauna Manglares de Nichupté, sostiene que la pesca en la zona, además, se hace sin ningún tipo de regulación sobre las especies y tallas que se pueden pescar.

En las conexiones de la laguna con el mar se pesca a las hembras que van a desovar, o bien, a peces juveniles que no han alcanzado el tamaño adecuado.

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