Andrés Bustamante asegura sentirse cómodo en el cine

El creador de Ponchito y el Güiri Güiri, quien confiesa que nunca pensó en ser actor, acaba de estrenar el Crimen del Cácaro Gumaro.

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Andrés Bustamante confiesa, “yo nunca estudié actuación... en la escuela me dí cuenta que les caías mejor a las chavas si eras chistoso que necesariamente guapo" y de ahí fue que decidió explotar su venas cómica y creativa. (Notimex)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- “De niño yo era un poquito solitario, pero nunca me aburría”, recuerda Andrés Bustamante con una expresión nostálgica y tierna.

“En mi casa había como un tallercito casero, de martillito y serrucho, que se convirtió en un lugar de juegos buenísimo para mí. En la escuela, a veces imitaba a los maestros, pero siempre fui un poco introvertido”, añade.

Y contagiando su emoción, vuelve al pasado: “pero un día ocurrió algo que sí me marcó, cuando mi papá me llevó al centro de la Ciudad de México, a la calle de López, a un lugar donde vendían trucos de magia, la casa del Mago Chams”.

Andrés platica a Notimex que luego de que disfrutaron de algunos trucos, y de que en la trastienda les revelaron sus sencillos secretos, “salimos de ahí con esos juguetes extraños y mi papá dijo: 'bueno, pues ahora tenemos que hacer una función'.

“Entonces yo era el mago, mi papá el asistente, y hacíamos funciones de magia en la sala de mi casa con los amigos y los primos. Y me dí cuenta de algo fascinante: que era enormemente emocionante sorprender a la gente; arrancarles una sonrisa me hacía sentir como una energía, que yo no encontraba ni en el futbol, ni en otras cosas”.

Jamás pensó en la actuación

Esa fue la primera experiencia de Andrés Bustamante frente a un público porque, confiesa, “yo nunca estudié actuación… ya luego en la escuela me dí cuenta que les caías mejor a las chavas si eras chistoso que necesariamente guapo, y dije: esto está padre, y se fue construyendo algo que es raro, porque nunca pensé que iba a ser actor”.

La misma energía que pone a cada una de sus actividades, le pone a sus palabras: “les voy a contar una anécdota muy personal: a la edad de 13 o 14 años me escribí una carta a mí mismo, para abrirla cuando yo tuviera 40 años, y ahí ponía yo mis penurias o lo que yo pensaba”.

“Yo había oído que alguien había hecho eso y que cuando tenía 40 o 50 años la abrió, la leyó y dijo: era yo un idiota de niño, la rompió y la tiró a la basura. Y yo decía, ¡no! No hay que hacer eso, hay que confiar en lo que yo te estoy diciendo a tí mismo, a través del túnel del tiempo”.

Se sumerge más en sus recuerdos y comparte: “en el año 2000, abrí esa carta con amigos míos, por ejemplo, Trino Camacho estaba conmigo y la carta decía palabras más, palabras menos: ‘probablemente en este momento tienes poco pelo’, y tenía toda la razón; ‘es probable que trabajes en la televisión’, y qué chistoso que desde los 13 años, íntimamente hubiera yo marcado un camino”.

Bustamante se confiesa admirador desde pequeño de los comediantes mexicanos y “por supuesto” de Chaplin, del Gordo y el Flaco, de Harold Lloyd, “y no es que yo sea de la época del cine silente, mi papá me llevaba al cine a ver a esos grandes artistas, y yo aprendí a disfrutarlos enormemente”.

Del Güiri Güiri al Cácaro Gumaro

De la época de El Hijo del Cuervo, pequeño lugar en el centro de Coyoacán en donde, en 1985, Andrés Bustamante presentara sus primeros personajes, con “El Gabinete del Doctor Güiri Güiri”, el actor considera que su esencia no ha cambiado, “aunque ha habido una evolución, digamos darwiniana”.

“Ahora, luego de hacer mucho tiempo a Ponchito, a Chunga, el entrar al cine (con El Crimen del Cácaro Gumaro) me ha llevado a una nueva dirección más libre e independiente”, explica.

“Siempre me costó pertenecer a una sola empresa, en México los costos de la televisión son extraños, no creo en las exclusividades y en el cine encuentro más libertad y como más pureza de lo que uno quiere transmitir”.

En cuanto a sus queridos personajes (Ponchito, Chunga, Greco Morfema, el Hooligan, por mencionar algunos), Andrés refiere: “los personajes no cambian, como que están suspendidos en el tiempo: Superman, por ejemplo, como que siempre tiene la misma edad, y Ponchito y Chunga también, pero aquí tu charro sí va cambiando de edad y hay que tener cuidado de no convertirse en la caricatura de uno mismo”.

Fascinado con el cine

Andrés no descarta que alguno de sus memorables personajes llegue a la pantalla grande. “Luego de la fascinante experiencia que disfruté durante la realización de ‘El Crimen del Cácaro Gumaro’ (de reciente estreno en mil pantallas a nivel nacional), estoy fascinado con el trabajo en equipo de la película, y quiero seguirlo haciendo”.

“Yo siempre pensé que sería padre hacer como las aventuras de Ponchito, con películas familiares de comedia, y puede ser el momento, ahora que les ha ido muy bien a las comedias mexicanas y creo que podría ser algo más personal”.

Y en doblaje

En cuanto a los doblajes de Andrés Bustamante en algunas películas animadas muy taquilleras en México y en el mundo, como Mi Villano Favorito en que Bustamante da voz al protagonista, y en Monsters Inc., donde le da personalidad a Mike Wazowsky, Andrés nos platica emocionado:

“Mi hija tenía tres años cuando estrenaron Mi Villano Favorito 1 y yo iba en el coche explicando que yo hacía la voz de Gru (el inventor memorable de ideas desbordadas pero de enorme corazón), vamos al cine solitos, la niña con sus palomitas, y me pregunta: ‘¿ése eres tú, papá?’, y yo le digo: ‘no, todavía no’”.

“Total, cuando sale el personaje, le digo: ‘María, ese soy yo’, y me dice ‘¡Ah, sí!’, y a los minutos me dice: ‘papá, ¿y cuál soy yo?’”.

Cabe recordar que el momento en que se exhibió Mi Villano Favorito 1, que lo posicionó fuertemente en el mundo del doblaje, hubo una analogía con la propia vida de Bustamante: un inventor de ideas divertidas que enfrenta la nueva experiencia de tener una hija.

Y así como hace muchos años su padre lo llevó a conocer el mundo de la magia y de los primeros aplausos, pudo sentir la inmensa felicidad de ser padre de una hermosa y adorable niña, y poder compartir con ella la magia de Andrés Bustamante, maestro de la comedia.

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