"Un alma en pena visitaba más el panteón que algunos vivos"

Tomás Gómez, quien estuvo a cargo del camposanto durante 30 años, asegura que son pocas las personas que visitan a sus muertos.

|
Los trabajos para mejorar la imagen del panteón se han limitado. (Tomás Álvarez/SIPSE)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Oskar Mijangos/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- El primer recinto de las almas en Cancún fue el cementerio Los Álamos, ubicado en la avenida José López Portillo, en la Supermanzana 91. Hoy, donde antes la vida se mezclaba con la muerte, sólo quedan tumbas y almas en el olvido.

El registro MBJ-SA-AM-H-975-76 del Archivo Municipal del Ayuntamiento, marca 1976 como el año en que el panteón entró en operación, cuyas primeras tumbas se encuentran en la parte central del camposanto. En sus 38 años de existencia del panteón, poco menos de 30 estuvo al cuidado de Tomás Gómez Gutiérrez, quien apenas al principio de la administración municipal actual, fue transferido al cementerio Los Olivos, en la Supermanzana 99.

Don Tomás era el encargado de tratar y vestir los cuerpos en la funeraria municipal, que entró en funciones a la par que el cementerio, pero en la Supermanzana 64.

Los familiares se olviden de sus muertos 

Dijo que con el paso del tiempo, menos personas acuden a visitar a los difuntos en Los Álamos, muchos de estos, incluso, ya no tienen familia en la ciudad. En las casi tres décadas que trabajó en el camposanto, presenció ritos satánicos, descubrió a gente inhalando sustancias prohibidas o parejas sosteniendo relaciones sexuales sobre las criptas.

Con tanto tiempo entre los muertos, dice no temer a nada, sin embargo, recuerda que una vez sí vivió un “susto de los grandes” cuando vio a una mujer de belleza embriagante, hecho que a la fecha, asegura, se trató de una aparición.

Vivió un hecho paranormal 

Relató que hace muchos años, en una noche como cualquier otra, escuchó unos cánticos al fondo del cementerio, donde se levanta una pequeña colina rodeada de árboles. Como en otras ocasiones, supuso que se trataba de jóvenes bromistas o algún drogadicto, por lo que, armado con machete y una lámpara, inició su recorrido entre las tumbas para descubrir el origen de ese sonido, que recuerda como “muy hermoso”.

A cada paso, el sonido se hacía más nítido, hasta que descubrió su origen detrás de un almendro, donde estaba una mujer de piel blanca, cabello largo y oscuro, que bailaba mientras cantaba cosas que no podía comprender.

Don Tomás dijo que se quedó como petrificado de la impresión, y cuando logró articular movimiento, apuntó su lámpara hacia la mujer para ver su rostro, pero por más que enfocó, no lo logró.

La bailarina sólo se carcajeaba de sus intentos, una risa que le llenó de temor el corazón, pero, tomando mucho valor, invitó a la mujer a que saliera del lugar, pero como no respondía, la amenazó con el machete. Pasados algunos minutos, la mujer se movió y caminó hacia la calle, él la siguió, pero en un momento de distracción se le cayó la lámpara, y a pesar de recogerla en cuestión de segundos, cuando alzó la vista, la mujer había desaparecido.

El cuidador asegura que durante un mes, la mujer siguió apareciendo en el cementerio, “me sentía más cómodo, más acompañado cuando ella aparecía, pues visitaba más el panteón que algunos vivos que se han olvidado de sus seres queridos”.

Raúl Genaro Kin Martínez, director jurídico de la Operadora y Administradora de Bienes Municipales (Opabiem) en la pasada administración municipal, confesó que, incluso él, no visita a su padre que está enterrado en Los Álamos.

"Muchas veces el tiempo no me permite visitar el panteón, situación similar a la de muchos dolientes, ya que si revisamos los registros, muchos de los muertos tienen a sus familiares en otros Estados, lo que hace difícil que vengan, además de que tenemos a muchos niños, los cuales ya en su mayoría, han sido olvidados”, dijo.

De acuerdo con estadísticas de Opabiem, el primer cementerio de Cancún reporta movimiento sólo en las festividades por el Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos, aunque es mínima, menos de 200 personas en cada jornada.

Limitan los trabajos del cementerio Álamos 

Jorge Sánchez Carrillo, actual administrador de los panteones municipales, ha gestionado diversas mejoras en la infraestructura del cementerio Los Olivos, en la Supermanzana 99, al ser el que mayor afluencia de personas presenta, mientras que en el primer cementerio de Cancún, los trabajos se limitan a la limpieza de los pasillos de forma esporádica o cuando se acerca el Día de Muertos.

Los últimos trabajos en Los Álamos fueron en octubre de 2013, cuando se remozó la entrada y se rehabilitó parte de la banqueta sobre la avenida José López Portillo, esto, previo al uno de noviembre.

Lo más leído

skeleton





skeleton