Pido un aplauso para el perrón que al edil ha meado
Ramiro Hernández García fue literalmente meado por un perro mientras daba un encendido discurso sobre un programa de explotación a los trabajadores temporales en el gobierno estatal.
Un político, en este caso al prosopopéyico edil de Guadalajara, Ramiro Hernández García, quien con toda probabilidad será sustituido por Lagrimita, fue literalmente meado por un perro mientras daba un encendido discurso sobre un programa de explotación a los trabajadores temporales en el gobierno estatal. Esto generó una gran confusión, sobre todo porque ya se sabe que los niños, los borrachos y los firuláis, por cierto, el que orinó se llama Yeison, dicen la verdad.
Por supuesto, siguiendo la lógica del promo tricolor (“Los priistas somos muy optimistas”), el polaco quiso sacar agua de las piedras y expresó que el chucho (bueno, dicen que Yeison se siente ofendido si se refieren a él, tan probo, de esa manera) se había sentido tan cómodo y “en confianza” en su presencia que por eso desfogó su vejiga justo a su lado, aunque también afirman que el cuadrúpedo estuvo a punto de chorrear a Aristóteles Sandoval, el góber petocho de Jalisco.
No lo hubiera hecho, porque se ganó una rechifla peor que la de Serrano Limón cuando se anunció que, 10 años después, el líder del democrático grupo Provida tendría que pagar por sus tangas.
Bueno, no le hubiera ido peor si Hernández hubiera demandado a la revista Forbes como Alejandra Sota (para que la ubiquen, la ex vocera calderónica acusada de enriquecimiento inexplicable a la que doña Chepina Vázquez Mota le llegó a decir —algo le sabía— “la pinche Sota”) o si se peinara como Virgilio Andrade Martínez o si fuera uno más de los candidatos y precandidatos por la gubernatura de Guerrero y como todos ellos fuera contlapache del ex góber Aguirre Rivero.
Es lo malo de reaccionar como el director del IPN que, a sabiendas de cómo le fue a su antecesora YOLOxóchitl por no hablar con los estudiantes, se empecina en no hablar con los estudiantes.
Lo neta es que no se sabía a ciencia cierta cómo tendría que atacar la autoridad este extraño imponderable en la carrera de este enorme personaje que representa, ni más ni menos, que a la bendita alianza PRI-PVEM. No sabían si mandar al perro al 27 Batallón de Iguala, darle una oficina en la Secretaría de la Función Pública por su olfato para los conflictos de interés, mandarlo a un tratamiento Ludovico con los anarquistas.
Yo simplemente pido un aplauso para el perrón que al edil ha meado.